Declaraba Marcelino García Toral en entrevista concedida a este diario que estaba muy satisfecho con lo que les estaba dando Asier Villalibre, probablemente más que él con lo que le estaba dando el cuerpo técnico. El asturiano ha revalorizado al de Gernika, no por números, porque no ha logrado alzarse con la titularidad, sino por sensaciones y transcendencia en los minutos que dispone. No se trata de un recambio forzado, ni de un recurso a la desesperada.

Marcelino valora el perfil del Búfalo , pese a que este asome por detrás de Iñaki Williams y Raúl García, la pareja prioritaria del técnico. Villalibre, sin embargo, ha dado un paso hacia adelante. Y, por ello, puede ser un jugador clave en el Athletic, incluso el tapado, para la final del sábado en La Cartuja. El de Gernika ya fue determinante en la conquista del título de la Supercopa el pasado 17 de enero en el mismo escenario. Firmó el tanto que llevó al Athletic a la prórroga cuando el Barça ya estaba saboreando el éxito y en el tiempo extra Iñaki Williams puso la guinda. Villalibre, incluso, fue víctima de la desesperación culé y del mismísimo Leo Messi, que le agredió. Ya por ello, el nombre del delantero rojiblanco dio la vuelta al mundo.

Villalibre afronta el sábado otro momento único. Será su primera final de Copa y de la que se siente partícipe. Su liberación comenzó en esta competición. La noche del 11 de enero de 2020 marcó un antes y un después para el gernikarra. Fue en Las Llanas. La segunda eliminatoria que encaraba el Athletic supuso el estreno goleador de Villalibre como león. Los entonces dirigidos por Gaizka Garitano vencieron por 0-4 al Sestao River con un doblete del que a día de hoy ha cogido el dorsal heredado de Aritz Aduriz. Aquello no cambió su rol secundario, pero sí sirvió para quitarse un peso de encima. Necesitaba marcar como agua de mayo. Villlalibre Quizá intuía que el Athletic se iba a meter en la final, como así ocurrió. En la siguiente ronda, los dieciseisavos, jugó en el tramo final de la eliminatoria con el Elche, con prórroga incluida y la posterior tanda de penaltis. El Búfalo no falló su lanzamiento y contribuyó a la agónica clasificación. Sucedió algo similar en el choque de octavos ante el Tenerife en el Heliodoro López. Prórroga y penaltis. A Villalibre le tocó ejecutar el golpeo que podría ser el definitivo. Acertó con toda la sangre fría del mundo. Héroe inesperado.

Aquel protagonismo no fue suficiente para hacer cambiar de opinión a Garitano. Villalibre seguía calentando banquillo. Es más, ya no volvió a jugar en Copa. Ni en el partidazo ante el Barça en los cuartos en San Mamés ni en el doble duelo de la semifinal ante el Granada. En Los Cármenes vio el triunfo in extremis incluso entre aficionados del conjunto nazarí. La pandemia del covid-19 emergió con todo su impacto días después y ocasionó el aplazamiento de la final de la Copa ante la Real Sociedad, que probablemente no habría disputado en caso de la no explosión de la crisis sanitaria. No contaba para Garitano. Un año después de aquella fecha prevista inicialmente, Villalibre asume que tendrá su cuota de participación en la finalísima, como lo tuvo en La Cartuja dos meses y medio atrás. Es, entonces, cuando se reconoce el aporte importante que tuvo el gernikarra en el trayecto hacia esta final. Como lo ha tenido en la del 17 de abril ante el conjunto azulgrana curiosamente. Villalibre se liberó en Las Llanas. Allí hizo, a poco más de 40 kilómetros de distancia de su casa, sus primeros goles como león. Ha sumado ocho más, lleva un total de diez, y en la corta etapa de Marcelino ha marcado en las tres competiciones posibles, lo que es un dato muy a tener en cuenta. Quizá Imanol Alguacil no esté preocupado solo de Williams y Raúl García. Él también llegó a sufrir a Villalibre cuando entrenaba al filial de la Real Sociedad.