El Athletic vive ya centrado en la final de Copa del día 3. Tiene dos semanas para ponerse a punto, tiempo que le puede venir bien porque lo que es en sus últimas actuaciones emite síntomas de bloqueo. Su fútbol ha ido perdiendo fluidez según se acercaba la gran cita, ha dejado de ser el equipo constante, vertical y preciso que se identificaba con la idea de Marcelino. La gestualidad del técnico en la banda de San Mamés así lo refleja. Frente a un Eibar que se está jugando el pellejo, no pasó del empate, resultado que a fuerza de repetirse se ha convertido en un lastre para sus intereses. La vía continental a través de la liga se difumina con actuaciones donde parecer más que el rival no basta. El derbi de ayer sería la enésima muestra de un estancamiento que se manifiesta sobre todo en el apartado ofensivo, donde la acumulación de llegadas es precisamente lo que le deja en evidencia.Ni protagonizar el inicio ideal, gracias a un estético gol de Yuri en el primer remate de la tarde, le sirvió al Athletic para desenvolverse con serenidad y criterio. Cargar las tintas en el exceso de confianza de Unai López que costó el empate, aparte de tentador sería incurrir en una lectura simplista. Aún no se había cubierto ni un cuarto de partido, por lo que era cuestión de empezar de nuevo, ponerse a la tarea e insistir en buscarle las cosquillas a un enemigo en horas bajas, reñido con la fortuna y muy mermado por las bajas. En vez de reaccionar, el anfitrión permitió que fuesen los armeros quienes se explayasen. Mendilibar cargó la mano en la zona ancha y la presión sobre la salida del Athletic surtió efecto.

El duelo en el primer acto estuvo presidido por el equilibrio, una mala noticia si se repara en las urgencias visitantes. Se echó de menos la aportación de la mayoría de las piezas creativas y los recursos para intimidar o generar dudas se redujeron a las subidas de De Marcos, autor del centro a Yuri y quizá el más acertado en el global, y un Williams tan participativo, con movimientos acertados para explotar su zancada, como obtuso en la culminación. Poco o nada de relieve a cargo de Muniain, Raúl García, Vesga, Unai López o Berenguer: un lujo imposible de soportar. El Eibar acertó con la disposición táctica y se asistió a un tuteo vistosillo sin más: la pelota se movió con velocidad ante la ausencia de interrupciones, apenas se señalaron faltas. Acciones de auténtico peligro, una por bando: Bryan Gil juntó todas sus fintas en un avance y llegó exhausto al área, donde le salió un tirito; Iñigo Martínez, cabeceó con fiereza a la salida de un córner y se le fue un metro por encima del larguero.

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No era la dinámica que perseguía el Athletic, incapaz de gobernar, concediendo demasiados turnos de posesión al Eibar. Al fin y al cabo, comparecían los de Marcelino en casa y con su once de gala, mientras que enfrente, lo apuntado, había un grupo que va justo de todo, de moral, confianza y repertorio. No de honradez y fidelidad al libreto de su jefe, quien repasó el santoral completo a fin de mantener firme a la tropa. De modo que no extrañó que al regreso del vestuario entrasen Vencedor y Dani García. Era preciso recuperar el centro del campo.Hubo una mejoría, nada espectacular, pero el choque cambió porque hasta la conclusión el control fue local. Simón podía haber pedido una silla, nadie volvió a asomarse por su área. Vencedor entendió que la conexión rápida con Muniain era la fórmula para saltar el muro del centro del campo y el Athletic inclinó el campo hacia Dmitrovic. Williams se plantó en ventaja tras un servicio medido de Raúl García, pero dejó que Paulo le encimase. Seguido vino la jugada más brillante de este segundo acto. De Marcos progresó, Raúl García con un toque inteligente prolongó para Muniain y el centro de este lo empujó el lateral con el pecho, no podía rematar de otra forma. Dmitrovic, en un alarde de reflejos, estiró la pierna y cedió un córner. Aún se contabilizaron dos ocasiones, menos claras, pero el Athletic se plantó ahí. Ya no hizo daño, fue el suyo un dominio insulso, falto de profundidad.

ATAQUE NUEVO

Marcelino transformó todo el frente de ataque en un afán por avivar un fuego que había sido prometedor y se iba extinguiendo sin remedio. Las carreras de Williams se fueron espaciando, algo lógico también, y el Eibar no apechugó con más sustos, aunque el cronómetro le empezaba a pesar. Mendilibar esperó para refrescar, sería porque las alternativas de su circunstancial banquillo le sugerían más bien poco. Lo cierto es que el cansancio en sus filas tampoco fue aprovechado por un Athletic que aparentaba mayor pujanza física, pero no sabía qué proponer para lanzarse a por el triunfo.

Morcillo probó a poner centros, sin tino, Ibai, que no está para desbordar, se dedicó al balón parado y Yuri, que había borrado del mapa a Gil, quiso dar el último empujón, pero todo fue en vano. Villalibre no contó con un solo balón en condiciones y Williams, como en el resto de la sobremesa, empalmó mal en excelente posición, al regazo de Dmitrovic. Así, con pena y sin una pizca de gloria, murió un derbi del que sale reforzado el Eibar. Punto a punto tiene complicado alcanzar la orilla, pero peor es perder. Desde la óptica del Athletic, el desenlace resulta más indigesto, pero habrá que admitir que se corresponde con su comportamiento. Desde hace unas semanas, fabricar fútbol le supone un problema, ha extraviado la inspiración, acaba menos de la mitad de lo que empieza y a menudo mal y el estado de gracia de Berenguer, como el de cualquiera, se comprueba que es pasajero. Todo lo anterior no se compensa con el balance defensivo, más que correcto, al menos si se trata de aspirar a la victoria. Y así las cosas, sucede que, por ejemplo, el penúltimo de la clasificación termina puntuando en San Mamés y sin necesidad de apelar a la heroica.

ATHLETIC: Unai Simón; De Marcos, Yeray, Iñigo Martínez, Yuri; Berenguer (Min. 74, Ibai), Unai López (Min. 46, Vencedor), Vesga (Min. 46, Dani García), Muniain (Min. 74, Morcillo); Raúl García (Min. 69, Villalibre) y Williams.

EIBAR: Dmitrovic; Pozo, Paulo Oliveira, Arbilla, Soares; Sergio Álvarez, Diop; Bryan Gil, Aleix García (Min. 84, Pedro León), Kevin Rodrígues (Min. 70, Inui); y Kike García (Min. 91, Quique González).

Goles: 1-0: Min. 9; Yuri. 1-1: Min. 17; Kike García.

Árbitro: Pizarro Gómez (Comité Madrileño). Mostró tarjeta amarilla al local Iñigo Martínez y al visitante Pozo.

Incidencias: Partido correspondiente a la jornada vigésimo octava jornada de LaLiga Santander disputado en San Mamés a puerta cerrada. En la segunda mitad, cayó un dron al terreno de juego y tuvo que ser retirado.