HUESCA: Santamaría; Miramón, Etxeita, Pulido, Diéguez (Min. 69, Ferreiro), Galán; Rivera, Moi Gómez, Yangel Herrera (Min. 57, Juanpi); ‘Chimy’ Avila (Min. 72, ‘Cucho’ Hernández) y Enric Gallego.

ATHLETIC: Herrerín; Capa, Yeray, Iñigo Martínez, Yuri; San José, Beñat; Susaeta (Min. 68, Ibai), Raúl García (Min. 85, Kodro), Muniain (Min. 74, Córdoba); y Williams.

Gol: 0-1: Min. 19; Raúl García, de penalti.

Árbitro: Sánchez Martínez (Comité Murciano). Amonestó con tarjeta amarilla a los locales Yangel Herrera, Enric Gallego, Diéguez, Moi Gómez y Miramón y al visitante Capa.

Incidencias: Partido correspondiente a la jornada 24 de Liga disputado en el estadio de El Alcoraz de Huesca ante 6.729 espectadores.

El Athletic culminó con éxito un angustioso ejercicio de supervivencia en casa del colista que le permite alejarse de la zona de peligro. Ofreció una actuación paupérrima, se adelantó sin merecerlo, mantuvo a raya a su inoperante rival sin hacer nada del otro jueves y, como cabía prever, al final las pasó canutas, desarbolado por completo, cuando el Huesca se fue con todo arriba para forzar hasta cuatro situaciones propicias para aspirar al empate. Con pena y sin un ápice de gloria, los de Gaizka Garitano sumaron tres puntos de oro que le conceden un enorme respiro, mientras que el cuadro aragonés ve rota su racha de buenos resultados y queda hundido en el fondo de la clasificación.

Fue un partido de perfil ínfimo, impropio de la máxima categoría, que desde la perspectiva del espectador únicamente se sostuvo por la emoción y la incertidumbre que se vivió hasta el pitido final. Prácticamente el Athletic no se desenvolvió como un equipo solvente en ninguna fase del choque y si se sostuvo en pie fue, aparte de por la aportación de su pareja de centrales y Herrerín, debido a la escasez de recursos del Huesca, que por algo lleva muchos meses siendo el último. El discreto nivel de los hombres que dirige Francisco es clave para entender que con una versión tan decepcionante pudiera el Athletic salirse con la suya en El Alcoraz.

Es difícil jugar tan poco y tan mal al fútbol. De hecho, los rojiblancos ni siquiera supieron hurgar en las miserias del Huesca con ventaja en el marcador. Bien pronto una acción a balón parado se saldó con penalti de Dieguez a Iñigo que Raúl García, el único que estuvo a la altura de las circunstancias junto a los ya citados Yeray, Iñigo y el portero, transformó con seguridad.

En condiciones normales ese lance debería haber servido para atemperar los ánimos y desplegar un planteamiento práctico e inteligente a fin de liquidar definitivamente el duelo, pero en vez de eso el Athletic se dejó llevar, satisfecho al comprobar las limitaciones del Huesca para generar algo decente con el balón. Una tónica anodina, pura especulación, hasta que Francisco realizó los cambios y le cambió la cara a la contienda.

Entonces salió a relucir en toda su crudeza la fragilidad de un Athletic que llevaba muchos minutos viviendo de las rentas y que de repente se vio impotente para frenar una ofensiva a la desesperada, dinamizada por Juanpi y Ferreiro. Los veinte minutos finales fueron un calvario y la verdad es que resulta imposible comprender las decisiones que adoptó Garitano para tratar de neutralizar el empuje del Huesca, que se hinchó a poner balones en el área. Ahí fue cuando sobresalió la figura del portero, con frecuentes salidas del marco y alguna parada comprometida, que se sumó a la contundencia que ya venían exhibiendo Iñigo y Yeray, para evitar un marcador que hubiese sido imposible de digerir.

Estaba claro lo que había en juego anoche y bajo esa premisa cabía suponer que el Huesca echaría el resto para prolongar su utópica carrera para huir del infierno. Por todo ello, escuece la flojera que transmitió el Athletic en amplios tramos. Bastaba con equipararse al contrario en términos de intensidad y agresividad, habida cuenta la diferencia de calidad que separa a los contendientes, pero no se consiguió, no al menos con la perseverancia que la cita requería y ello acabó dando alas al anfitrión, que siendo ecuánimes se hizo acreedor a la obtención de un punto.

UN PÁRAMO Garitano dispuso un once que no extrañó en exceso. Volvía Capa y Yuri se ocupó del lateral opuesto, mientras que arriba repitió con Susaeta y Raúl García de enlace, dejando a Muniain en el ala izquierda. El primer acto fue un horror, un monumento al patadón y tentetieso, así que no cabe sorprenderse de que al margen del episodio del penalti el bagaje ofensivo se redujese a un envío larguísimo de Herrerín que Williams ganó por piernas y voleó para que Santamaría desviase a córner. Eso fue todo porque no se dieron tres pases seguidos, el centro del campo fue un auténtico páramo. Beñat y San José no dieron una a derechas, quedando huérfanos de suministro los delanteros, además de que tuvieron muchas dificultades para colaborar en la contención. En la reanudación volvieron a fracasar con estrépito, ni sujetaron ni le dieron salida al juego.

El Huesca por su parte tampoco sabía cómo gestionar la posesión y a la hora de juego Raúl García sirvió al espacio para dejar a Williams frente al portero. Remató al muñeco. Hubiera sido la puntilla, que luego buscó Raúl García con un par de chuts desde la frontal.

cambios que no suman Ahí acabó la producción ofensiva, hasta la conclusión el partido se desarrolló en dirección al área de Herrerín, que tuvo que multiplicarse. Ibai, Córdoba y Kodro no sumaron nada, tres sombras en un tramo donde el Huesca se fue creciendo ante una grada enloquecida que mascaba la igualada.

El Athletic se quitaba la pelota de encima sin rubor, a gorrazo limpio, con el culo metido en la frontal, tripa arriba. Ferreiro estuvo en un tris de embocar un par de veces, igual que Gallego o Rivera.

Por fortuna, el loable esfuerzo del Huesca resultó vano, pero el Athletic se expuso muy seriamente a perder un botín sin el cual hoy estaría enfangado en esa zona de la tabla de la que lleva tres meses intentando salir. Ahora puede mirar al futuro con cierta tranquilidad, la que ayer en absoluto pudo degustar su sufrida afición.