El sol de agosto ha caído a plomo este viernes al mediodía en la Plaza de Santiago, pero ni el calor ni la falta de sombra han impedido que cientos de personas se hayan reunido para disfrutar de una nueva cita con los bertsolaris en Aste Nagusia. Desde media hora antes del inicio, los bancos y sillas preparados por la organización han estado ya ocupados y, a medida que ha avanzado el reloj, cada rincón libre se ha llenado de curiosos, cuadrillas y familias que no han querido perderse una de las tradiciones más queridas de las fiestas.

Los protagonistas de la jornada han sido Aitor Mendiluze, Haira Aizpurua, Eneko Lazkoz y Miren Artetxe, que han abierto la sesión con el tradicional Agurra. Mendiluze, con su habitual espontaneidad, ha confesado estar nervioso y ha arrancado carcajadas al observar el efecto del calor en la disposición de la plaza. "Antes me ha parecido ver todas las sillas juntas y ahora no. Las sillas parecen la imagen del mapa político actual". La ocurrencia ha generado una fuerte ovación, reflejando la complicidad que se ha creado de inmediato entre bertsolari y público.

Tras el saludo inicial, los cuatro improvisadores se han sumergido en distintos retos y escenas, demostrando la riqueza de la bertsolaritza, que combina humor, ingenio, reflexión y poesía. Uno de los momentos más celebrados ha sido la recreación en la que Mendiluze y Aizpurua han interpretado a padre e hija, después de que esta ha sido multada por beber un refresco en la calle. En otro de los temas, Eneko Lazkoz ha tenido que ejercer de consejero, respondiendo en bertsos a las dudas de sus compañeros sobre cómo organizarse para salir de fiesta. La naturalidad con la que el navarro ha contestado ha provocado carcajadas y aplausos en la plaza.

Diferentes generaciones

La plaza Santiago se ha convertido en un crisol de emociones y generaciones. Ha habido jubilados con txapela siguiendo cada rima con seriedad, jóvenes que se han acercado con curiosidad y turistas que, sin entender la letra, han aplaudido fascinados por la musicalidad de la improvisación. "Los bertsos son una tradición muy bonita que no se puede perder”, ha afirmado Jon Larrinaga, vecino de Bilbao que no falla ningún año. Para Josune Uriondo, “lo que más me gusta de la Aste Nagusia son estos bertso saios, porque me ponen la piel de gallina".

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La dimensión popular de la bertsolaritza se ha notado en cada esquina de la plaza. "Da igual que haya hecho calor, la plaza llena y los bertsolaris sobre el escenario hacen que se te haya olvidado todo. Es un momento que solo se ha vivido en fiestas", ha explicado Iker Etxaniz, aficionado de toda la vida. Mientras tanto, Maialen Zubiaurre, que ha acudido con sus amigas, ha resumido el sentir de muchos jóvenes. "A mis amigas les digo que este ha sido mi plan favorito de Aste Nagusia, porque aquí siempre sales con una sonrisa".

Además de la parte lúdica, la jornada ha recordado la importancia de la bertsolaritza como patrimonio cultural vasco. Esta tradición, que ha hundido sus raíces en siglos de historia oral, ha sabido adaptarse a los tiempos y conectar con distintas generaciones. Los bertso saioak de Aste Nagusia han sido un claro ejemplo: un espacio en el que el humor ha convivido con la crítica social y política, donde lo cotidiano se ha convertido en materia de improvisación, y donde el euskera se ha proyectado con fuerza en pleno corazón de Bilbao.