Después de una noche de fiesta por las txosnas de Aste Nagusia, hasta altas horas de la madrugada, en la que desembolsamos prácticamente un cuarto de nuestro presupuesto fijado, el de este viernes era el día idóneo para que el plan fuese más tranquilo.

Me decanté por el teatro y, entre las múltiples opciones que se ofertan en diferentes puntos de la villa, elegí acudir a Una semana nada más, en el Palacio Euskalduna. Completando la semana de refranes, también tengo para el teatro y es que la vida no es más que un interminable ensayo de una obra que jamás se va a estrenar.

El título de la obra encaja a la perfección con lo que me tienen que durar los 200 euros. De hecho, si Aste Nagusia durase una semana nada más, me sobrarían algo más de cincuenta euros pero como no es el caso, habrá que esperar hasta la quema de Mariaja para saber con cuánto terminamos los nueve días de fiesta.

Nos quedan dos jornadas más en las que habrá que asegurarse de que cumplimos con la misión. Un desafío al que, como seguramente dijo la tripulación del buque escuela ecuatoriano que atracó este viernes en el Itsasmuseum de Bilbao en algún momento de la travesía, nos enfrentamos viento en popa.

Antes de entrar en materia tengo que confesar que es una obra que recomiendo ver porque uno no para de reírse, desde el minuto uno hasta el noventa, perdiendo por completo la noción del tiempo. La realidad es que no solo me pareció atractivo el nombre de la obra, la temática fue lo que decantó mi elección final.

Sin querer desvelar el desarrollo de la obra, me ceñiré a lo que el Palacio de Congresos y de la Música adelanta en su página web. En una pareja cuya relación no está pasando por su mejor momento, el mejor amigo del novio aparece para convivir una semana con ella.

Aprovechando la soltería, pensé que la puesta en escena sería con la que más identificado me sentiría de toda la oferta cultural. Una vez la he visto, es tal mi situación amorosa que no me siento identificado ni con el amigo que llega a convivir.

Tengo que manifestar que en los noventa minutos que dura la obra no saqué el teléfono móvil. De hecho, la primera vez que lo hice fue para comprobar que eran las 21.00 horas porque la puesta en escena había terminado. Un hito -el de no mirar el móvil- que se suma al de volver de fiesta sin purpurina pegada en el cuerpo.

¿Habrá récord? Entre una cosa y otra estoy cerca de entrar en el Libro Guinness de los récords. Poco me queda. Una pena que la duración de las fiestas sea una semana nada más y no pueda continuar completando hazañas dignas de formar parte de dicha recopilación anual. Tengo que matizar que pensé que llegaba tarde al Palacio Euskalduna.

Lo que pensaba que era tardanza, resultó ser una fiesta con música en directo. A medida que me acercaba escuchaba la música cada vez más elevada. Provenía del Euskalduna Klub.

Para mi sorpresa era un adelanto de Divas, el poder de la música. Sin comerlo ni beberlo, escuché parte del homenaje a Rihanna y Beyonce, entre otras, que se celebrará el 5, 6, 7 y 8 de septiembre en el auditorio.

Afortunadamente el presupuesto se acaba con la quema de Marijaia de este domingo así que, en caso de comprarme una entrada, no restará del presupuesto final.

¿El resto del día de este viernes? Recuperando energía. Pese a que el plan de acudir al teatro no desgasta, como lo hace el hecho de salir de fiesta, cuando el cuerpo pide cama y no se le hace caso, el esfuerzo que se hace vale doble.

Para compensarlo, pagué la mitad de lo que aboné el otro día por una botella de agua que, sin duda, me ayudó a sobrellevar el día. Esta no llevaba ningún tipo de misterio. Ese ya lo he descubierto consumiento en las txosnas.

Al margen de esta autorreceta médica para sobrevivir, el gasto del día fue exclusivo para el teatro. La entrada para ver Una semana nada más me costó treinta euros. En la media de lo que pueden valer un tique para acudir a una obra teatral en plena Aste Nagusia.

A apenas unas horas de que se termine Aste Nagusia, hay un interrogante que está por resolver.

¿Completaremos los nueve días de fiestas con los 200 que planteé al principio? Viendo que ya hemos superado los planes más costosos y que, solo en entradas, nos hemos dejado una cuarta parte del presupuesto, todo parece indicar que así será aunque, no hay que descartar planes improvisados de última hora.

A menos de 48 horas para que las fiestas terminen, confieso que la cantidad de lluvia que caiga entre este sábado y domingo, decidirá cómo acabará esta supervivencia en Aste Nagusia.

Cuanto mayor sea la precipitación estando en la calle, mayor consumo se hará en lugares en los que se pueda estar resguardado mientras amaina y, como no deje de llover, el gasto puede ser amplio.

A medida que se va acercando el final, creo que cada día va a ser determinante. En caso de superar el de este sábado, el domingo será pan comido.

Consumición Precio

Entrada teatro 30

Agua 0,75

TOTAL DÍA 7 30,75

PRESUPUESTO RESTANTE       50,65