Después de la resaca que me dejaron las barracas -no será la única que tendré durante Aste Nagusia- fue un día tranquilo con un único objetivo, ver los fuegos artificiales.
Lo reconozco, el año pasado pequé de novato. Fui a ver los fuegos situándome en primera línea, a escasos metros del lugar en el que se lanzan. Ante la falta de experiencia que tenía en las fiestas, pensaba que ante el hecho de conseguir un hueco en esa ubicación era algo semejante a cuando vas a la playa y colocas la toalla en primera fila, es decir, un triunfo total. Nada más lejos de la realidad.
Después de haber visto los fuegos con perspectiva, pude comprobar que los únicos que se frotan las manos cuando a su paso por el parque Etxebarria ven a cientos de personas congregadas en el lugar, durante casi veinte minutos, son los fisioterapeutas.
Lo difícil fue llegar hasta ahí arriba. A lo largo de mi vida he visto demasiadas procesiones. Entre ellas, la tradicional procesión náutica que lleva a la Amatxu de Begoña por la ría de Bilbao, que casualmente se celebró la semana pasada.
He de decir que la cola que se forma en el ascensor de Mallona no le tiene nada que envidiar. Como dicen, la procesión va por dentro. Afortunadamente, los carteles que marcan el tiempo de espera para subirse en el ascensor alivian a uno.
Después de estar esperando un tiempo para subir en dirección a los fuegos, allí me planté como si fuese un turista. ¿Soy el único que no sabe colocar los brazos cuando está de pie viendo algo? Espero que no.
En lo que duran los fuegos, los crucé, metí en los bolsillos, los saqué para volverlos a meter... Sin olvidar, con los brazos en jarra, pensando en el bocadillo que me iba a cenar.
Así fue, bocadillo de tortilla en un bar próximo a las escaleras de Mallona acompañado de una botella de agua. Tiene su justificación, nada refresca más que una caña recién echada pero, teniendo en cuenta las incontables escaleras que iba a bajar, usé la táctica de los deportistas, beber agua para recuperar líquidos.
¿El resto de la jornada? De un lado para otro comprando alguna que otra entrada de eventos a los que asistiré en los próximos días. Después de un año y cuatro días desde que debuté en Aste Nagusia, por fin tengo un pañuelo que luciré lo que resta de fiestas. Resumen del día, 7,20 euros. Operación colchón para llegar con vida al último día completada.
Hoy es el quinto día y con ello alcanzamos el ecuador de Aste Nagusia. Entramos en una fase final en la que, sin querer desvelar lo que está por venir, los gastos aumentarán dejando los poco más de siete euros de hoy en anécdota.
¿El único día que puede peligrar el presupuesto? El que se salga de fiesta ya que me considero una persona tranquila. Eso sí, si me pongo a ello puedo generar una sensación a mi alrededor de que estoy bebiendo refrescos cuando lo que realmente tengo en la mano es ese agua con misterio que alivia todos los dolores de garganta.
Consumición Precio
Bocadillo 4
Agua 1,20
Pañuelo Aste Nagusia 2
TOTAL DÍA 4 7,20
PRESUPUESTO RESTANTE 153,40