Me duele la cabeza mientras estoy escribiendo estas líneas pero tengo que confesar que cuando recuerdo el motivo por el que hoy estoy así soy consciente de que valió la pena cada segundo que viví. Ya advertí el primer día que el día de fiesta, dinero cuesta. Y así fue.
Pero, antes de acudir a la zona de txosnas era el momento de cenar. Si no lo digo reviento. Es una realidad, el ingrediente perfecto para la mejor cena es una buena compañía.
Y Aste Nagusia, además de todas las actividades organizadas para la ocasión, es una buena oportunidad para reunirse y pasar momentos inolvidables. Parte del equipo de DEIA lo hicimos disfrutando de una velada exquisita en la que no faltaron risas y muy buenas conversaciones.
Por la parte que me toca tengo que confesar que no miré mucho el presupuesto. No obstante, sigo dentro de los 200 euros que tengo apartados para el reto. Un desafío que espero poder decir que lo he completado una vez hayan acabado los nueve días de fiesta.
Después de esta reflexión es momento de regresar a la noche de Aste Nagusia. Se suele decir que las noches de desenfreno acaban en mañanas de ibuprofeno. Por el momento, eliminamos las eses. A lo que no podemos quitar el plural es a las cañas y los cubatas.
Yo siempre digo que con el primer combinado le coges el gusto, con el segundo calibras la forma en la que tiene que dar el sorbo y no es hasta el tercero cuando disfrutas por completo.
En el caso de las cañas repetí esta operación en tandas de tres en tres hasta el punto de perder la cuenta. De hecho, no sé si completé el ciclo así que tendré que replantearme repetir la operación.
Solo sé que un camión cisterna rellena cada noche los depósitos de las txosnas con 25.000 litros de cerveza. Para futuras ocasiones, probablemente me salga más rentable alquilar un depósito lleno de estos camiones que me pueda suministrar para ir consumiendo durante Aste Nagusia.
Por este motivo, a lo largo de la noche bilbaina y, después de terminar con las cañas, era el momento de pasar a los cubatas. Repetimos el ciclo y, después de beber el tercer combinado, era el momento de abandonar el recinto de txosnas.
¿Resumen de la noche? He necesitado lavar los zapatos a mano. ¿Los calcetines? Como el calzado, mutaron de color. Lo que verdaderamente me sorprende es cómo se me ensució tanto, cuando afortunadamente no llovió.
Aunque, de cara a los próximos días, he mirado las previsiones que marca Euskalmet sobre las últimas jornadas de Aste Nagusia y la lluvia parece que está al llegar. Sobre todo mañana y el domingo.
Pero, no hay que ponerse la tirita antes de sufrir la herida. Como todo en la vida, lo que llegue así será. Lo que sí sabemos es que me quedan 81,40 euros para hoy, mañana y el domingo.
Además, completé un milagro nunca visto en Aste Nagusia, llegar a casa sin purpurina en alguna parte del cuerpo. Un hito difícil de conseguir después de ir de un lado a otro llenando y vaciando el vaso por las txosnas.
Después de disfrutar de planes baratos los primeros días de Aste Nagusia -como el de los fuegos artificiales-, que nos sirvieron para construir un colchón económico para el resto de días, llegamos a la recta final.
La tendencia parece positiva, pero no lo tengo tan claro teniendo en cuenta los planes que están por llegar.
Consumición Precio
Cena 17
Bote 10
Cubatas (3) 18
TOTAL DÍA 6 45
PRESUPUESTO RESTANTE 81,40