Bilbao - El politólogo y analista Jasmin Mujanovic participará hoy en el seminario sobre el trigésimo aniversario de la caída del muro de Berlín organizado por el Partido Demócrata Europeo (PDE-EDP) y que se celebrará en Sabino Arana Fundazioa.

Diferentes analistas advierten del retroceso democrático en Europa del Este, ¿cómo se ha llegado a este punto?

-Hemos visto un retraso democrático en los últimos diez o quince años, desde 2006. La promoción de la democracia europea y americana en los Balcanes ha finalizado y en la última década la mantra ha sido la estabilidad. Algunos hemos avisado durante mucho tiempo que promoviendo la estabilidad sobre cualquier otra preocupación como la libertad de los medios de comunicación, el estado de derecho, la sociedad civil... no solamente acaba con una buena democracia, sino con la estabilidad. Y ese es el momento en el que nos encontramos, es decir, un declive de la estabilidad en lo que son los Balcanes Occidentales.

Hungría y Polonia forman parte de la Unión Europea, al mismo tiempo crecen los partidos ultras en otros países miembro. ¿Qué consecuencias tiene esto para el futuro del proyecto europeo?

-El problema estructural histórico es que el acceso diseñado dentro del mecanismo de la UE realmente no fue un proyecto de promover una buena democracia como debería haber sido, fue una categoría técnica y un conjunto de criterios técnicos para hacer que esos países alcanzaran un nivel legislativo legal determinado, pero esto no es lo mismo que una transformación política intergeneracional. Hemos visto en Polonia y en Hungría, y lo que hemos luchado nosotros en los Balcanes, que es mucho más fácil cambiar las leyes que la cultura política. El proyecto de europeización no fue suficientemente profundo, detallado y a largo plazo.

¿Ve posible una ampliación de la Unión Europea a los Balcanes en un futuro próximo?

-Sería muy positivo, pero creo que la tragedia en este momento y la triste realidad es que no va a suceder pronto, creo que 2040 es una fecha más realista. El problema estructural ahora es que estamos viendo que Francia, Países Bajos, miembros clave de la UE, no están a favor de esta aplicación, son muy escépticos. En la cumbre de Salónica de 2003 se dijo a los estados y a los pueblos de los Balcanes que su futuro estaba en al UE, y ahora vemos que no, y no por los problemas y desafíos estructurales en la región, sino por el aumento de la extrema derecha dentro de la UE, la crisis del liberalismo entre algunos países, incluyendo a Polonia, es decir, es una crisis doméstica de la UE la que ha imposibilitado esta ampliación.

¿Puede haber también miedo después de la experiencia de la ampliación hacia el este?

-Es un factor, totalmente de acuerdo. Pero Macedonia del Norte ha hecho un gesto simbólico mayor que cualquier país que se haya unido a la UE, ha cambiado su nombre. Macedonia del Norte, Albania, Bosnia, Kosovo, Montenegro, por ejemplo, no deberían pagar el precio de que a Emmanuel Macron no le guste cómo entraron Bulgaria y Rumanía. No tiene sentido en cuanto a una política estratégica a largo plazo de la UE. Si la UE realmente dice a los Balcanes si pueden acceder o no, eso realmente no importa, porque van a tener que tratar y abordar con esos países siempre, porque están ahí, están en Europa, son sus frontera inmediata. Y si ahora quemas esa relación y dices ‘he cambiado de idea, no entras’, esto va a generar un mal sabor de boca en la ciudadanía y va a hacer que Rusia, China y Turquía entren con mucho dinero y la situación va a ser más difícil para la UE y para los demócratas en los Balcanes Occidentales.

¿Qué consecuencias puede tener para la estabilidad la no integración de los países de los Balcanes en la Unión Europea?

-El escenario a corto plazo es uno de caos social. Hemos visto una serie de protestas en Eslovenia, Bosnia, Macedonia, Kosovo, Serbia, han sido relativamente pacíficas, aparte de lo que ocurrió en Bosnia en 2014. Esos hechos son una visión potencial del futuro, porque lo que ha sujetado a estas manifestaciones es la esperanza de que si la sociedad civil es bastante fuerte, se pueden democratizar nuestros países. Una vez que desaparezca esta esperanza porque ya no hay ese horizonte europeo, esa es una señal para la sociedad de que hay que arreglarlo con la violencia. Y los gobiernos van a decir, ‘vamos a invertir en policía represiva, en estructuras autoritarias, si no vamos a entrar en la UE, ¿qué más da?’. Ayer vimos que en las noticias que Huawei ha exportado todo el software de la tecnología de reconocimiento facial a Serbia, un país que ya nos preocupa en cuanto a ataques a la libertad de los medios, que está invirtiendo en la arquitectura de la represión. Tenemos estos dos escenarios: cada vez más inestabilidad social y unos regímenes más represivos. La Unión Europea se tiene que preguntar si quiere una hilera de países que constantemente están gobernados por una cuasirevolución, con una hilera de regímenes autoritarios o con un hilera de estados cliente de Rusia, de China, de Turquía, hasta los estados del Golfo. ¿Es esto lo que quiere Europa en su frontera en la era de la guerra de Ucrania y todos los desafíos a los que se enfrenta a nivel interno?

¿Cree que la UE no está tomando suficientemente en serio la amenaza que supone ‘abandonar’ a los Balcanes?

-No lo están haciendo, hay estados miembros individuales que lo están viendo mejor y hay que hablar con ellos. Para nosotros también el Brexit es un verdadero problema, porque el Reino Unido, históricamente, especialmente en Bosnia y Kosovo, ha entendido las amenazas de seguridad que hay y han estado dispuestos a invertir en seguridad. El Reino Unido retirándose de esos organismos de decisión, donde tenían una voz seria, es un problema, porque tendrán más voz países como Francia.

¿Y qué pasa con Kosovo? Las negociaciones ahora con Serbia están paralizadas...

-Es complicado, pero creo que necesitamos tener claro cuál es el problema estructural en Kosovo y es que tenemos un gobierno en Belgrado que sencillamente no ha aceptado no solamente la independencia de Kosovo, sino los hechos históricos de la disolución de Yugoslavia. Las relaciones regionales son difíciles, Serbia no tiene buena relación con ninguno de sus vecinos, creo que eso es una señal.