Madrid - El Gobierno español dejó claro ayer que no va a entregar a Leopoldo López, el dirigente opositor venezolano acogido como “huésped” en la residencia del embajador de España en Caracas, pero sí regulará y limitará su actividad política. Después del encuentro que López mantuvo con la prensa a las puertas de la legación diplomática, el ministro de Exteriores español, Josep Borrell, explicó que no permitirá que la embajada se convierta “en un centro de activismo político”. Desde Beirut, donde se encuentra en visita oficial, Borrell ratificó al mismo tiempo que el Ejecutivo español “no entregará” al opositor a las autoridades venezolanas, pese a que el Tribunal Supremo del país dictó el jueves una orden de arresto en su contra.

Tanto él como otros miembros del Gobierno confían en que Venezuela respetará la inmunidad de la embajada española y no se producirá “ninguna intervención sobre la misma”, en palabras del ministro de Fomento en funciones, José Luis Ábalos.

La intención del Gobierno, dijo el ministro en declaraciones a TVE, es que Leopoldo López siga en la embajada de España y se mantenga la seguridad de las instalaciones de la legación. “El pueblo venezolano debe sufrir lo mínimo y, por tanto, pedimos que no haya coste en la seguridad de las personas”, añadió.

En representación del Gobierno de Nicolás Maduro, su embajador en España, Mario Isea, declaró que el Gobierno de su país “no invade embajadas”, sino que respeta el Derecho Internacional, la Convención de Viena y la Carta de las Naciones Unidas.

Isea explicó que Venezuela reclama a España, “en el marco de la ley”, a Leopoldo López, quien se encontraba bajo arresto domiciliario hasta este martes, cuando fue liberado por un “indulto presidencial” de Juan Guaidó, reconocido como presidente encargado de Venezuela por más de 50 países, entre ellos España. Ese día, Guaidó y López, horas después de ser liberado, lideraron un levantamiento militar que tenía como objetivo desencadenar un movimiento en los cuarteles para derrocar a Maduro que no tuvo gran eco entre los uniformados. - Efe