NA de cada dos personas que eligen SEAT se decanta por cualquiera de sus tres modelos SUV. El favorito de la mayoría es el Arona, por delante del pionero Ateca y del más corpulento y reciente Tarraco. El crossover compacto, que también fue líder absoluto del mercado general en 2021, propone tras su actualización dos versiones exentas del Impuesto de Matriculación. Son la TSI de 110 CV a gasolina y la TGI de 90 CV a gas comprimido; están disponibles desde 22.580 y 22.240 euros, respectivamente, desembolsos que descienden al contabilizar las promociones inclementes, por no decir crueles.

Aunque la marca hispana del grupo Volkswagen tardó lo suyo en dejarse arrastrar por la corriente SUV, una vez estuvo en condiciones de hacerlo se zambulló en ella con determinación. Los automóviles con alma de turismo y cáscara de todoterreno copan hoy las calles, provocando una impresión de monopolio estético que parece venir de lejos. Sin embargo, todo comenzó hace bien poco. En el caso de SEAT en 2016, con el estreno del Ateca. Y en estos seis años gran parte de la clientela se ha ido quedando prendada de este concepto de automóvil mestizo.

Las cifras son elocuentes. Arona, Ateca y Tarraco acapararon el 53% de los pedidos a la marca el año pasado en el mercado español, acumulando 37.799 unidades. No es un caso aislado: SEAT vendió en Europa 192.100 ejemplares de estos tres modelos en el mismo periodo, cifra que supuso el 49% de sus operaciones. Con todo, aún existe margen de crecimiento, puesto que la implantación del estilo SUV en el mercado alcanzó el 56% el ejercicio anterior.

Subió, sobre todo, la demanda de los modelos de talla contenida, como el Arona, en auge desde hace un par de años; este segmento B emergente progresó tres puntos en 2021, pasando del 22% al 25% de los pedidos. Los productos de tamaño medio, inscritos en el segmento C donde compite el Ateca, subieron un poco menos, pero suponen el 26% del pastel. Ese crecimiento de los formatos con inspiración todoterreno es inversamente proporcional al declive experimentado por los turismos compactos y los pequeños utilitarios.

Un dato curioso, que denota el fuerte arraigo de los productos fieles al concepto SUV, es que la demanda ya no solo procede de la clientela particular. También se decantan por ellos las empresas e incluso las firmas de rentacar. Las motivaciones que confiesan sus partidarios aluden a la combinación de diseño, espacio, precio... y seguridad. Sí, aún perdura en el público la sensación de que un formato todoterreno, por más sucedáneo que sea, depara mayor protección a sus usuarios.

Quienes adquieren un SUV destacan siempre dos cualidades del mismo. Una es la versatilidad que procura su cabina holgada. Además, valoran mucho la posición elevada al volante que los distingue. Este no es un detalle menor, especialmente a medida que se cumplen años: un asiento alto propicia el control visual del entorno y, sobre todo, facilita acceder a bordo y abandonar el vehículo sin contorsiones; no es lo mismo apearse del asiento que levantarse de una banqueta situada a dos palmos del suelo.