L estreno del Clase C contribuye a la resurrección de la berlina tradicional, un concepto de automóvil en regresión apabullado por la hegemonía del estilo SUV. La quinta generación del sedán menor de Mercedes-Benz emerge con ímpetu para insubordinarse a esa moda uniformizadora, y recobra el gusto por las siluetas clásicas. El Clase C, considerado la síntesis perfecta del aristocrático Clase S, recibe de este buque insignia inspiración estética y legado tecnológico. Su menú inicial, en el que figura una declinación formal familiar, contempla versiones gasolina (170, 204 y 258 CV) y diésel (200 y 265 CV), siempre con hibridación ligera a 48 voltios. La reciente revisión de las tasas de emisiones exime del impuesto de matriculación a todas las motorizaciones, salvo a la superior de gasolina, con lo que el abanico de precios base fluctúa entre 43.700 y 58.500 euros.

El programa de desarrollo de la gama prevé la incorporación paulatina de diversas motorizaciones, como las híbridas enchufables diésel y gasolina y las deportivas AMG. También se espera una interpretación campera All Terrain derivada del envase Estate.

El recién llegado insufla un poco de oxígeno a un concepto de coche que lleva tiempo de capa caída. De paso, alegra el panorama de elección de esa clientela todavía reacia a subirse a una carrocería con visos de todoterreno, un público últimamente huérfano de propuestas premium con entidad de turismo. La de Mercedes-Benz se distingue por su esbelta y elegante silueta de automóvil de toda la vida, con un porte de cupé que la hace parecer más escueta de lo que en realidad es.

Los dos formatos propuestos por la quinta generación del Clase C, uno de tres cuerpos y otro Estate de popa prolongada, se han estirado para ganar algunos milímetros de largo y ancho, hasta ocupar 4,75 y 1,82 metros respectivamente. El leve descenso del techo (1,44 m) contribuye a estilizar la imagen del vehículo, sensación acentuada por la mayor inclinación de ambos parabrisas y por los rasgos curvados de la carrocería. No obstante, esta entrega incrementa dos centímetros su distancia entre ejes (2,86 m) pensando en los inquilinos del asiento posterior. La capacidad de carga del sedán (455 litros) no varía, pero el familiar gana 30 litros (455).

Este estreno de Mercedes-Benz deja una profunda huella estética y presenta una habitabilidad semejante a la de sus rivales directos (Audi A4 y BMW Serie 3). Su gran progreso, respecto a la generación anterior y a la competencia, radica en la disponibilidad de soluciones tecnológicas hasta ahora reservadas a productos tope de gama. Es el caso, sin ir más lejos, de los faros matriciales inteligentes, que adaptan el haz de luz a las circunstancias de la vía y del tráfico; puede proyectar en el pavimento señales de alerta.

El Clase C se distingue, asimismo, por la innovadora concepción interior, marcada por un puesto de mandos sumamente tecnológico y provisto de los recursos más avanzados. Hereda del S configuración y sofisticaciones, presentando un salpicadero digitalizado dominado por dos grandes pantallas táctiles. Al otro lado del volante aparece un generoso panel exento que hace las veces de cuadro de instrumentos; tiene 10,25 o 12,30 pulgadas, según la versión. La consola central acoge una segunda tableta vertical, de 9,5 o 12 pulgadas, en la que se reflejan y operan las demás funciones vitales del vehículo (servicios de navegación, asistencia, entretenimiento, etc.). Buena parte de las mismas se gestiona por medio de órdenes de voz al sistema multimedia MBUX, activado con la locución Hey Mercedes.

El modelo asume la última evolución de esta interfaz, que permite a las personas interactuar con el vehículo de manera intuitiva. El avanzado recurso es capaz de procesar con celeridad y precisión las instrucciones vocales de los ocupantes; muestra en pantalla imágenes en realidad aumentada recogidas por la cámara frontal, además de facilitar el acceso a los ajustes personales a través de un escáner de huella dactilar. El MBUX posee la facultad de actualizar su software de manera remota. Además, está capacitado para establecer contacto con otros dispositivos externos. Gracias a esta función, el usuario del vehículo puede conectar con el gestor domótico de su domicilio, y así controlar a distancia cualquier electrodoméstico, conectar una alarma, efectuar una comprobación de seguridad, etc.