ESTA es una historia del pueblo llano, una de tantas. En realidad una de tantas no, si se considera que cada día se estilan menos los corazones grandes como el de Filomena, un nombre que abriga a quien la conoció por mucho que la meteorología haya bautizado con ese mismo nombre a la terrible borrasca que trajo consigo frío mayúsculo y nieve a borbotones.

Filomena Baldezate nació en Canalejas de Peñafiel (Valladolid), el 4 de noviembre de 1895 y llegó a Bilbao en 1914, como sirvienta de un matrimonio. Tras casarse se fue a vivir a Rekalde junto a sus hermanos menores. Durante sus primeros años de matrimonio estudió Magisterio, aunque nunca ejerció esta profesión. Luego tuvo en pocos años dos hijas y un hijo. Y con tan solo 31 años se quedó viuda. Durante los últimos años de su matrimonio y los primeros de viudedad, tuvo que tener huéspedes en su domicilio para hacer frente a los gastos de la familia.

Todavía no la conocían por el sobrenombre que le dio su bien ganada fama, Doña Filo.Doña Filo No en vano, era una mujer de armas tomar, dicho sea desde el más honroso punto de vita. Tras enviudar estudió y superó los exámenes para ser practicante y en 1929 obtuvo el título de Profesora en Partos Ahí comienza su leyenda. Oigámosla.

A partir de entonces Filomena trabajó como enfermera y comadrona, bien en su consultorio de la calle Gordóniz o bien atendiendo partos a domicilio, siempre acudiendo a la primera llamada.

Durante la Guerra Civil, Filomena se vio en la necesidad de enviar al extranjero a sus tres hijos para alejarles de los horrores y fue el varón quien más tardó en regresar de Rusia, un retraso que la dejó marcada pero que no le apaciguó el fuego que le empujaba a ayudar a los demás en el duro barrio de Rekalde.

Durante la posguerra, Doña Filo se convirtió en una persona muy popular en el barrio ya que ayudó a venir al mundo a cientos de criaturas. Puso miles de inyecciones y realizó muchísimas curas sin cobrar nada a quien no podía pagar. En la memoria del barrio queda su voluntad de ayudar a quien lo necesitara y la convicción de que su verdadera vocación era ser buena persona.

Fueron pasando los años y el parto domiciliario dio paso a otras seguridades: dar a luz en hospitales. Con todo, ella continuó trabajando como practicante hasta una avanzada edad. Doña Filo murió en un accidente en Miranda de Ebro en 1980. Frase suya es aquella que dijo “considero que una mujer, mientras le acompañe la salud, no debe estar mano sobre mano”. En 1983 el Ayuntamiento de Bilbao acordó dar su nombre a la calle en la que había vivido. Lo hizo por petición popular. Y porque se lo debía.

Protagonista: Filomena Baldezate.

Gesta: Doña Filo, como se le conocía popularmente, fue una vallisoletana que llegó a Bilbao a los trece años y se instaló en Rekaldeberri, donde al poco tiempo ya la conocía todo el mundo en su papel de comadrona para las familias más necesitadas hasta el punto de que la ciudad le dedicó una calle.