NO es fácil dar con el adjetivo adecuado que le defina sin quedarse corto. Tras darle varias vueltas, quizás sea ése que titula este recuerdo, Todoterreno valiente, el que mejor le describa. Les hablo de Iñaki Aseguinolaza, un hombre audaz y emprendedor que dejó huella en Bilbao aunque su paso por la villa fuese más efímero de lo esperado. No en vano, el 23 de febrero de 1993 murió jovencísimo, con apenas 43 años. ¿A tan corta edad se puede edificar una vida digna para el recuerdo? Claro que sí. Pasen, pasen y lean. Descubran a un hombre que capaz de abrirse paso a zancadas, a pasos de gigante.

Fue uno de los empresarios más dinámicos en el Bilbao de los años 70 y 80 del pasado siglo. Tenía algo de visionario en sus quehaceres, en sus arrebatos. No en vano, recuperó para la ciudad cafés históricos que durante décadas han sido lugar de reunión de los bilbainos, como el Iruña -fundado por Severo Unzué en 1903 y rehabilitado en 1980-; La Granja, inaugurado por la familia Lozano en 1926 y rehabilitado en 1984; y el Boulevad, cuyo origen data de 1871 y que fue rehabilitado en 1989. Vistos en todo su esplendor, se diría que Iñaki Aseguinolaza había escrito una trilogía sobre esa tradición tan bilbaina de avivar el fuego de la vida al calor de los cafés. Al igual que ocurriera cuando se construyó, en el entonces incipiente Ensanche de Bilbao, muchos tildaron el proyecto de mera locura. Para general satisfacción y orgullo del todo Bilbao, el Café Iruña volvió a funcionar como en sus buenos tiempos. En 1984 se rehabilitó el Café La Granja, que el 31 de julio de 1926, "para San Ignacio", había inaugurado en la Plaza Circular la familia Lozano. En 1989 se rehabilitó otro gran Café histórico de Bilbao que databa de 1871, el café Boulevard, que se restauró y rehabilitó fiel al estilo art nouveau y art decó con ricos materiales ornamentales y vidrieras. En 2006, debido a la venta del inmueble, el histórico café Boulevard se cerró al público. Fue su huella, ya les dije. La que hoy mantiene, en el Café Iruña, su familia, con Alicia Garmendia al frente.

Pero Iñaki era más, mucho más. Se metió incluso en empresas de calderería. Fue el promotor de las famosas torres del Hiper Plaza de Deusto, construyó mucho en Bizkaia y creó Asegarce, junto a Arguiñano. Cuenta el propio Karlos que Iñaki le asesoraba en algunos temas y que le comentó que la pelota estaba desaprovechada, que se podía aprovechar desde el punto de vista publicitario. Fue el embrión de Asegarce, empresa dedicada a la explotación de la pelota, siendo su primer presidente el propio Iñaki. ¿Dónde hubiese frenado de no haberse ido?