Don Carnal es un hombre de edad indeterminada, pero mayorcito, coloradote y con algún kilo de más. "Soy de los que piensa que la dieta es mejor empezarla mañana, lo mismo que el gimnasio. Bueno, en mis buenos tiempos no había afición al gimnasio, al contrario, el que podía se tiraba todo el día en la cama? claro que, casi todo el mundo tenía que ganarse la vida, y no era fácil".

Pasa por Bilbao a supervisar el Carnaval. "Ya he visto que en Mundaka y Markina goza de tan buena salud como siempre. Espero que en Bilbao también. Dentro de unas días vendrá mi parienta, doña Cuaresma. No hay quien la aguante. La madre que la...". Carnal lanza unos improperios, patea un bote de cerveza abandonado en el suelo y carraspea. "Ya se me ha pasado. Nos tenemos cariño después de tanto tiempo. Pero vamos, encima es mala cocinera. Leñe. Voy a recoger el bote de cerveza. ¿Hay un contenedor por ahí?". Me llega un wassap al móvil enviado desde un número desconocido: "Dile que es glotón, bebedor, vago, golfo y desagradecido". Temo que lo envía doña Cuaresma. Vaya dos.

¿Qué es lo que más le atrae del Carnaval?

-Con el Carnaval me pasa como con los cochinos: me gustan hasta los andares. Lo mejor de todo es que se expresa el ingenio anónimo que se esconde en los lugares más insospechados. Ese disfraz de paracaidista del 12 de octubre con paracaídas y farola incorporada, esa pareja con perro disfrazada de Pierre Nodoyuna, Penélope Glamour y Patán... y luego está lo de Andoni Ortuzar, que se disfraza de cualquier cosa.

¿Recomendaría los carnavales de aquí?

-Hombre, claro. Los que he citado antes, el de Tolosa, el Donostia, el de Zalduondo, Agurain? Por supuesto, el de Lanz. Y hay carnavales muy chulos en La Rioja, en Orense, Aragón, Extremadura y muchos otros lugares. Pero a mi el que me va es el de Cádiz, que me desorino de la risa. ¡Qué gente, carajo! Cada vez que voy, me tiro un par de meses cantando las coplas y dándole al tracatrá-tacatrá. Son unos cracks. Le han pillado el punto al Carnaval. ¿Y de los internacionales?

-Pues hombre, en toda Europa hay sus carnavales. Pero son un poco sosos. A ver, imagínate a un alemán en Carnaval...les cuesta. O un Belga. Mmm. En Londres se cascan un carnavalazo de los buenos, con desfiles, bailoteo, plumas y un fiestón por todo lo alto...pero en agosto ¿Tú crees que es normal? Los ingleses son muy suyos ¿Sabes? Pulgadas, libras, yardas, conducir al revés, moqueta en el retrete y Carnaval en agosto. Yo casi me alegro del Brexit. Por supuesto quedan los de Trinidad, Antigua, Martinica, Nueva Orleans, Salvador de Bahía y Río de Janeiro. No tengo palabras. Cada vez que voy a Salvador vuelvo a casa en abril. Y hasta en mayo. Que es cuando recupero el conocimiento. Qué ambientazo, qué calor, qué marchón Carlinhos Brown...Buaaaaaaa.

Me hago cargo. Deje de menearse y bailotear que no podré seguir con la entrevista. ¿Está de acuerdo con que se relacione el Carnaval con los excesos?

-Eso es un problema de la perspectiva histórica. Hoy no tiene sentido. Hace años era un lujo poder comer carne o panceta más de una vez por semana. El pollo era cosa de ricos los fines de semana. La mayoría de la gente era prácticamente vegetariana, pero porque no tenía más remedio. Y había mucho vegano forzoso. ¿Por filosofía, convicción o compromiso con la salvación del planeta y empatía hacia los animales? Pues no señor. Porque no había otra. Yo he conocido chuchos veganos, no le digo más. El personal daba las gracias por poder llevarse a la boca pan de sorgo o de trigo sarraceno, pero no porque quisieran ir a la moda, fueran hipsters o hicieran yoga, no, no. Era lo que había.

Y todo este discurso ¿qué tiene que ver con la pregunta que le he hecho?

-Que le llamaban excesos a zamparse dos huevos con tocino acompañados con un trozo de pan blanco y media jarra de vino del de entonces, que hoy echarían al vinotero de cualquier denominación de origen después de brearle y emplumarle. En eso consistían los excesos. El resto era todo vida sana y compromiso con la salvación del planeta. Eso sí, trabajando en el bancal, la serrería, con el rebaño, en el monte, la pesquería o la cantera. Por eso no iban al gimnasio, ni hacían running, ni se matriculaban en fitness. Hombres y mujeres. ¿Entiendes ahora lo que significaba el Carnaval? Porque luego venía la Cuaresma y, encima, era peor.

Cierto, han sido siglos de vida dura.

-¿Dura? ¡Sana! La mayoría comía una ensalada de rábanos y un guiso de legumbres y luego se tiraba unas diez horas completando su particular circuito de crosfitt al aire libre hidratándose con maravillosa agua de la fuente. Había quien incluso pasaba la noche meditando bajo las estrellas en plena comunión con la madre naturaleza. Hoy habría mucha gente que pagaría un dineral a un coach que les llevara por ese camino. ¿Me entiendes?

Don Carnal se dirige hacia la el Puente de la Merced en medio de grandes risotadas. Cuesta comprender lo que ha querido decir.