Elisabet Benavent es una de las escritores con mayores ventas. Ha vendido más de tres millones de libros y una de sus colecciones, la saga Valeria, se ha convertido en serie de televisión en Netflix y está a punto de estrenarse la segunda temporada. Ahora presenta El arte de engañar al karma. Es una historia en la que se vuelve a poner en alza el amor y la creatividad. Catalina quiere darle una vuelta a su mala suerte y de esta forma engañar a ese karma que la persigue constantemente a modo de castigo.Dígame cómo podemos engañar al karma.

—No lo sé exactamente. Sé cómo lo intenta la protagonista. Pero no sé muy bien si le sale bien o termina siendo el karma el que la engaña a ella.

¿Se puede intentar da la vuelta a la suerte?

—Catalina, la protagonista, intenta lograr lo que nunca ha tenido en la vida, suerte. Intenta hacerse pasar por otra persona o por sí misma, pero con algunas habilidades que no tiene.

¿Y que consigue con ello?

—Que el karma le devuelva lo que ella cree que es suyo.

¿Cree usted en el karma?

—No mucho. Me cuesta creer en un ente que me castigará o me premiará, según me porte bien o mal. Pienso más que debo hacer algo al margen de lo que sea el karma.

¿Es una historia autoconclusiva o va a ser el primero de una nueva saga suya?

—Es una historia con principio y final en un mismo volumen. Voy a dejar en su propia intimidad la historia que se cuenta aquí. Aunque es posible que estos personajes, lo he hecho siempre, hagan un cameo y aparezcan sigilosamente en otras narraciones.

A pesar de ello, es un libro de buen tamaño. ¿Le gusta extenderse mucho?

—Tengo nula capacidad de concisión, esa es la verdad. Esta vez mi editora me comentó: Vamos a ver si no llegamos a las 500 páginas; hemos llegado a las 700 y pico. Cada historia me pide una extensión. Hay veces que me extiendo en unos detalles y otras no. En El arte de engañar al karma me detuve en muchos detalles.

¿Un libro escrito durante la pandemia?

—Está escrito en 2020. Durante el confinamiento en casa fue duro, me quedé bastante seca de ideas. El trabajo duro, el de darle a la tecla, lo pude hacer una vez salimos de casa.

Dicen que el encierro es bueno para los escritores, que en el aislamiento aparecen todas las musas.

—La realidad me tenía tan absorta y alucinada que me era imposible pensar en crear mundos de ficción. Me pudo la situación. Creo que de una forma u otra esto le ha pasado a mucha gente.

¿De dónde surge esta historia?

—Del capricho de aunar dos de mis pasiones que son la literatura y el arte. Estudié un master de comunicación de arte. Es que tengo que aclarar que soñaba con trabajar en el gabinete de comunicación de una galería.

Parece que su karma no estaba muy de acuerdo.

—Ja, ja, ja… Eso parece, en el caso de que hubiera intervenido. Pero las circunstancias me llevaron por otros terrenos. La crisis económica de 2008 cerró muchísimas galerías y la posibilidad se alejó mucho, así que aquí estamos tú y yo hablando de mis personajes.

¿Se ha resarcido a través de su protagonista, Catalina?

—Es posible. Esta ha sido una manera de recuperar ese mundo del arte que a mí me apasiona. Catalina y yo tenemos un punto naíf, un punto ingenuo y nos lleva a ir con mucha ilusión por la vida pero luego nos damos tortazos.

De usted sabemos mucho de su éxito y nada de darse tortazos por la vida.

—Los míos me he dado. Es por eso de que yo me ilusiono de primeras y eso hace que tengas desengaños o tengas decepciones. No todas las ilusiones se cumplen, muchos sueños se quedan solo en sueños. Así que sí, me he dado tortazos en la vida. Lo del éxito que dices es muy relativo.

Hay quien la señala como la voz de los ‘millennials’.

—Me parece un título que me viene muy grande. Es una responsabilidad muy grande y no sé si se me ajusta. Soy una persona que trabaja con su ordenador y que escribe historias de amor y poco más. Mi intención es más de entretener, no solo a los millennials, y no ser la voz de nadie. Nunca me he propuesto ir más allá del entretenimiento, de que las personas que me lean se diviertan un poco, que olviden sus problemas.

Negamos leer, ver o escuchar historias de amor y, sin embargo, es el género más vendido.

—Soy una persona que no cree en los placeres culpables. Si te da placer algo, hazlo; no tienes que sentirte culpable por ello. No creo en esos prejuicios de esconder que leo historias de amor. ¿Por qué lo voy a hacer si de verdad me gustan y disfruto? Es una tontería. Pero es cierto que muchos y muchas lo hacen.

Esos prejuicios perduran a lo largo de los siglos.

—Porque la literatura romántica siempre ha sido considerada un género menor. Tiene mucho también que ver con el hecho de que es un género escrito mayoritariamente por mujeres. Pero no es una cosa que me preocupe demasiado.

Escrito por mujeres, ¿y para mujeres?

—Creo que la literatura no tiene géneros. Yo soy un ávida lectora de novela negra y muchos piensan que es un género totalmente masculino. Los géneros están escritos para quienes les apetezca leer un tema que les entretiene y que les divierte. Los hombres también escriben historias de amor.

¿Por qué elige el género romántico?

—Por comodidad. Es un género que permite hacer reír, emocionar, hablar de la vida cotidiana, contar lo que nos inquieta y aquellas cosas por las que estamos peleando mis amigas y yo. Es un género informal, creo que el entretenimiento está un poco denostado y me parece importante que nos divirtamos.

La saga ‘Valeria’ se ha convertido en un referente para lectoras y espectadoras.

—Netflix me ha dado la oportunidad de que gente que no habría tenido contacto con estos libros se haya acercado a través de la serie. No puedo estar más satisfecha porque a través de Valeria se han acercado a otros libros míos.

Muchos autores se quejan de las adaptaciones que se hacen de sus libros, ¿usted?

—Tuve muy claras las diferencias desde el principio. Son dos productos culturales que ni siquiera se consumen de la misma manera. La lectura es un acto mucho más íntimo. Visionar una serie es más social. Puedes compartir los momentos que salen en pantalla con más gente. Sabía que iba a ser muy diferente al libro, siempre conté con ello, pero siempre dije también “larga vida a Valeria.

¿Cuántas temporadas están previstas?

—No lo sabemos, vamos una a una. Estamos esperando la confirmación del estreno de la segunda. Así que de momento es mejor paso a paso y no apresurarnos en nada. El tiempo lo dirá.

¿Se ha sentido identificada con el elenco que se escogió para esta serie, con las actrices que dan vida a Lola, Nerea, Carmen y Valeria?

—Estoy bastante encantada con las actrices que salen en Valeria. De manera natural, cuando escribes, les pones unas caras a los personajes, pero ahora soy incapaz de verlos con otras caras que las que salen en la tele.

¿Intentaba con la saga ‘Valeria’ copiar a ‘Sexo en Nueva York’?

—Copiar no. Estaba muy influenciada por Sexo en Nueva York, soy una gran fan. Cuando escribí las novelas de Valeria pensaba que lo estaba haciendo solo para mí. Era un homenaje a la serie, metí a mis amigas en un bol, pasé la batidora y las dividí en cuatro personajes. Nunca pensé que esas historias iban a interesar a tantos lectores. No pensaba que mi futuro estaba en escribir novelas de amor.

¿No cree que el amor está sobrevalorado?

—No. Siempre he creído en el amor y hay muchas clases de amor. Está el amor romántico, el que sientes por tus padres, el que sientes por ti misma, por tus amigos, por tus cosas...

“Nunca pensé que mis historias iban a interesar a tantas personas. Yo escribo para entretener, nada más”

“El amor no está sobrevalorado, yo creo en el amor; hay muchas clases de amores en nuestras vidas”