La película Akelarre se convirtió este viernes en la tercera película más popular de Netflix a nivel mundial. Ha sido una buena semana para el largometraje dirigido por Pablo Agüero y que compitió en la Sección Oficial del último Zinemaldia. No en vano, fue la cinta más galardonada en los últimos Premios Goya consiguiendo hasta cinco cabezones. Ayer, además, se estrenó en Netflix logrando un notable éxito: lograr la tercera posición en el ranking de la plataforma, después de las series Sentinelle y Moxie, según los datos ofrecidos por FlixPatrol, página encargada de controlar los rankings en las plataformas de VOD.

"Los primeros sorprendidos somos nosotros", ha afirmado entre risas y emocionado este sábado uno de los productores de Akelarre, Koldo Zuazua, en declaraciones a este periódico. "No es fácil lograr algo así", añade.

Akelarre, que en el mercado anglosajón se ha estrenado con el título de Coven of Sisters, no solo ha logrado situarse en el primer puesto de Netflix del Estado, sino que se ha colado entre las diez películas más vistas en muchos países del globo. Ha sido una de las producciones destacadas de la plataforma en países latinoamericanos: en México, Argentina, Brasil, Costa Rica y Uruguay también se ha colocado en primera posición. Pero su éxito, se percibe también en otros lugares, como en Europa.

Ha sido la segunda película del ránking de Netflix en Suiza, en Polonia y en Grecia. En la República Checa, en Malta y en Rumanía, por su parte, ha sido lo tercero más visto. Y por poner la mirada un poco más lejos, en países como Turquía, Nigeria y Líbano ha ocupado el puesto cuarto, séptimo y noveno, respectivamente.

"Es lo que tiene Netflix, que las cosas adquieren una dimensión mundial", comenta el productor, que considera haber logrado la medalla de bronce a nivel planetario como algo "insólito". "Es una apisonadora para las salas, pero Netflix también permite estos fenómenos, que una película euskaldun, pequeña, con un casting desconocido adquiera una dimensión planetaria", añade.

Ambientada en 1609, el largometraje se basa libremente en Tratado de Brujería Vasca. Descripción de la Inconstancia de los Malos Ángeles o Demonios, del inquisidor Pierre de Lancre. En este contexto, Agüero, que tardó diez años en sacar el proyecto adelante, narra la historia de un grupo de jóvenes amigas, interpretadas, entre otras, por Amaia Aberasturi y Jone Laspiur, que son acusadas de brujería por la Iglesia. El cineasta argentino siempre ha defendido que su película es una "parábola universal", quizá, esa sea la clave de su éxito.

Así lo piensa Zuazua que comenta que han estado haciendo siguiendo el eco de la película en redes sociales fuera del Estado y remarca que es "impresionante" las reacciones que ha obtenido la película. En este sentido, comenta que existe una "identificación" con el planteamiento feminista de la película y con la "contemporaneidad de la injusticia heteropatriarcal".

No en vano, el guion, escrito también por Agüero, reflexiona sobre qué es ser una bruja y la vincula, según el propio director, "con la idea de la mujer libre y rebelde, reprimida por un poder clerical masculino y misógino". "Los comentarios que hemos visto -continúa el productor- hablan también del poderío visual, de la fotografía, la música... Arropan mucho tanto la propuesta visual con el tema que ha enganchado a nivel mundial, lo que nos genera una gran satisfacción, sin dejar de sorprendernos".

Con Akelarre son ya tres las películas en euskera del catálogo de Netflix, que también incluye a Handia y Errementari, y que pronto dispondrá de Black is Beltza, de Fermin Muguruza.