EL encuentro entre tres amigos sirve al cineasta Polo Menárguez para trazar un retrato autocrítico de la masculinidad más dañina y violenta. Un ejercicio cinematográfico arriesgado que en su estreno en la Seminci de Valladolid generó debate y controversia. "Me gusta contar historias donde existe ese riesgo y de donde pueden salir cosas interesantes", explica el director, que para la que es su ópera prima, tomó prestado el argumento de la obra teatral de Ignasi Vidal.

El largometraje parte de la reunión de tres amigos en paro -interpretados por Raúl Arévalo, Antonio de la Torre y Chema del Barco- en lo que parece un día cotidiano de sus vidas. Pero lo que comienza como un encuentro amistoso, termina por convertirse en tragedia cuando cada uno de los personajes descubre su oscuro interior.

"Es una mirada hacia quién es o qué hace el hombre cuando la mujer no está", explica Menárguez sobre una historia "sobre cómo los amigos se relacionan en este contexto, marcado por la desesperación, pero construido sobre las taras de una identidad de género casi patológica".

Antonio de la Torre, Raúl Arévalo y Chema del Barco son los encargados de poner cara al trío de amigos, cuyos perfiles son el de un cobarde frustrado, un apático inmaduro con una carga de vicios y un acomplejado por su impotencia sexual. "Ahonda en tres tipos de masculinidades perversas y con una marcada identidad de género desde un punto de vista crítico", explica el director, sobre un proyecto que se convirtió en reto al contar con un espacio limitado: un piso: "El espacio se convierte en un personaje más, por cómo pesa sobre los personajes, por cómo los encierra, los anula...". Porque los límites lleva a los personajes a estar "a punto de explotar e intentan entenderse a sí mismos buscando una excusa", justifica. Una opinión compartida por Chema del Barco: "El hombre tiene esto en el ADN: la expresión de su frustración suele ser violenta, por eso la autocrítica de la masculinidad". Navegando entre el drama y la comedia y construida a partir de unos planos largos y primeros planos que refuerzan la tensión que se va generando conforme avanza el metraje, los diálogos de El plan enfrentarán no solo a sus personajes, sino al propio espectador con tres perfiles de masculinidades. Eso sí, "sin justificar nada", aclara Menárguez. ¿El objetivo? Generar debate.