Las hermanas y el ex cuñado del acusado de asesinar a su esposa e hija en Abanto (Bizkaia) le creyeron "absolutamente" cuando al día siguiente les confesó el doble crimen, se plantearon que después podía ir matar a su padre y que incluso que podría atacarles a ellas y fueron a denunciarle a la Ertzaintza.

En la segunda sesión del juicio contra F.M.S., que se enfrenta a una petición de pena de hasta 50 años por asesinar golpeando con una maza en la cabeza y degollando después a ambas víctimas, han comparecido como testigos las tres hermanas y el ex cuñado y socio del acusado, a quién éste consideraba como "un hermano más".

Han contado que al día siguiente del crimen se citaron con el acusado en una cafetería y "llegó con la cara completamente desencajada", les detalló los problemas de liquidez de la empresa familiar y les aseguró que "se iba a suicidar porque lo que había hecho no tenía perdón" ya que había matado "sin que sufrieran" a su esposa y su hija porque "no las podía dejar solas".

Los cuatro dieron total credibilidad al relato, entraron "en shock", "completamente trastornados". Ellas comenzaron a llorar y se abrazaron a él para despedirse, y una le preguntó si también iba a matar a su padre o si les iba a hacer algo a ellos ya que había acudido con una bolsa en la que les aseguró que escondía "una pistola y 150 balas".

El cuñado le avisó que le iba a denunciar y F.M.S. le reprochó que no se esperaba "eso de él", y les pidió "tiempo para matarse", unas cuatro horas. Cuando el acusado salió del establecimiento, los cuatro comprobaron que sus padres estaban a salvo y les ordenaron no abrir la puerta si F.M.S. acudía a su casa, y se acercaron a la comisaría.

Las hermanas han contado que fue muy duro despedirse, convencidas de que F.M.S. se iba suicidar, si bien ninguna intentó convencerle para que no lo hiciera.

Muy afectadas, han contado que "últimamente bebía muchísimo" y han lamentado que le se haya presentado "como un monstruo" ya que "respecto a su mujer y su hija, él era el que mejor se portaba, y era especialmente cariñoso".

Han negado rotundas que fuera se un caso de violencia de género y han asegurado que su cuñada tenía "muchísimo carácter", "era muy brava, que incluso opinaba en contra del resto de la familia y él no le decía nada".

"No es un tema de maltrato; es un tema de salud mental", ha opinado una de ellas que ha reconocido, que su hermano "hacía bromas alocadas" respecto a las mujeres, pero "en serio" las trataba con respeto y a ella "como persona feminista nunca me ha tratado con desprecio, ni a su hija ni a su mujer".

"Él sentía que tenía que cuidarlas; mi padre fue un maltratador con nosotros" y "mi hermano decía que no quería que su mujer e hija sintieran" lo que habían sufrido ellos y quería protegerlas "de todo mal", ha relatado.

Han coincidido en que ocultaba a su esposa la situación de crisis de su empresa y "de hecho mi cuñada gastaba el dinero tranquilamente", ha comentado una testigo.

El ex cuñado y socio del acusado ha contado que en el último período habían tenido "broncas" porque llegaba oliendo a vino al trabajo desde la mañana y le decía que así no podía visitar clientes. Le había aconsejado que pidiera ayuda a un psicólogo pero le contaba que sus "problemas no eran endógenos, sino exógenos" que se debían a causas externas. "Nunca reconoció tener una dependencia" sino una depresión.

Esta mañana también ha comparecido una procuradora que ayudaba a la familia del acusado con asuntos legales, quién ha contado que el acusado le llamó el día siguiente del crimen para asegurarle que no le iba a molestar más porque se iba "a quitar de en medio".

"Me parecía la típica cantinela de siempre y por eso no le creí" y le colgó, ha dicho.

Otra amiga de la familia hacía años, ha contado que horas más tarde de los hechos, que el acusado justificó en "un brote psicótico", estuvo hablando con F.M.S. por teléfono y parecía que "estuviera bebiendo algo a la vez que hablaba", pero pudo charlar con ella durante unos 15 minutos y se interesó por su familia.

Sin registros previos

Tampoco observó síntomas de alteración el médico de urgencias que le trató en el hospital a donde le llevaron después de que asegurara que había tomado 50 pastillas de ansiolóticos, que no dejaron rastro en su analítica. Llegó "tranquilo, orientado y colaborador", ha dicho.

Una amiga de la joven asesinada ha descartado que la víctima atravesara una depresión como dijo su padre sino que "estaba muy contenta porque estaba a punto de terminar la carrera", con planes de futuro, y visa social con sus amigos.

También ha descartado que tuviera problemas de salud, ni complejos por haber engordado. "Últimamente estaba estupenda, no tenía problema de autoestima", ha sentenciado.

Mañana el juicio continuará con las declaraciones de hermanos de la esposa asesinada y de agentes que acudieron al domicilio donde ocurrió el asesinato.