Todas la personas estamos expuestas al virus de la familia Papillomaviridae, más conocido como VPH desde nuestro primer encuentro sexual. Este virus (del que existen más de 150 genotipos) puede producir verrugas o lesiones de alto grado o incluso cáncer en el cuello del útero provocados principalmente por sus cepas o serotipos 16 y 18, responsables del 70% de los casos de cáncer de cérvix.

Cerca del 80% de las mujeres sexualmente activas tienen contacto con al menos un subtipo de VPH en algún momento de su vida, aunque suelen ser infecciones temporales y que terminan eliminándose espontáneamente en tiempo variable desde el contagio en la gran mayoría de los casos. Sin embargo, este virus también puede permanecer inactivo o silente durante un tiempo variable y dar la cara años después del contacto de transmisión.

“Muchas mujeres acuden a consulta preocupadas por si esta infección puede afectar a su capacidad para concebir y llevar un embarazo a término, pero cabe aclarar que este virus no produce infertilidad por sí solo. Algunos estudios sugieren que solamente cuando convive con la clamidia aumenta el riesgo de esterilidad o incluso se ha descrito un mayor riesgo de aborto espontáneo. Lo que sí puede provocar por sí mismo es una mayor dificultad o incluso imposibilidad para implantarse el embrión en el útero debido a secuelas posteriores a los tratamientos quirúrgicos, incluida la extirpación del propio cuello o de todo el útero, o a la radioterapia local, todos ellos necesarios para abordarlo en sus manifestaciones más graves”, explica el doctor Javier Martínez Guisasola, director de IVI Burgos.

Lo más efectivo a día de hoy es la vacuna del VPH para ambos sexos. F.P.

Cuando hay alguna ITS coexistente con el virus, esta puede derivar en una esterilidad de origen tubárico por su obstrucción. Con esta lesión de las trompas no se podrán transportar óvulos desde los ovarios y, en consecuencia, no habrá ningún óvulo para que el esperma lo fecunde y así formar un embrión.

Además, las embarazadas infectadas pueden transmitir la infección al recién nacido por el canal de parto, siendo posible la aparición de infección respiratoria persistente (papilomatosis orofaríngea), evento muy poco probable pero no imposible.

¿Y las consecuencias para los hombres?

En cuanto a la población masculina, no existen tantos datos de prevalencia en nuestro país, pero las recientes cifras europeas publicadas en The Lancet afirman que un 31% de los hombres sexualmente activos tienen este virus y un 21% está contagiado de un VPH de alto riesgo.

Además, al igual que las mujeres tienen más posibilidades de tener un cáncer de cérvix, los hombres pueden llegar a desarrollar otros tipos de cáncer como el de pene, de prepucio, ano y garganta, también asociados a los serotipos 16 y 18 de esta enfermedad vírica.

Sobre cómo afecta a su fertilidad, esta ITS provoca una baja movilidad espermática, lo que dificulta la capacidad de los espermatozoides de moverse libremente, por lo que influye directamente en las probabilidades de lograr un embarazo. En paralelo, también puede afectar a la calidad seminal o la fragmentación de su ADN. Y esta situación se complica cuando la pareja femenina también ha sufrido alguna infección de este tipo, ya que las probabilidades de que existan muchas más dificultades a la hora de concebir se multiplican.

Prevención

A nivel de prevención, “teniendo en cuenta que el VPH se puede transmitir, ya sea a nivel oral, vaginal o anal, y aunque el uso del preservativo siempre está indicado para prevenir diferentes ITS incluido el VPH, existen casos de infección por VPH incluso utilizando preservativo, por lo que lo más efectivo a día de hoy es la vacuna del VPH para ambos sexos”, explica Martínez Guisasola.

El especialista reconoce que ellas lo tienen más fácil a la hora de la detección temprana mediante la realización de una toma para determinar la presencia o ausencia del VPH y de sus serotipos, “como se establece en el cribado nacional el cáncer de cuello de útero, o, como se hacía hasta hace pocos años, mediante una citología para ver si se da algún cambio celular sospechoso y aclarar a qué genotipo o cepa del VPH corresponde para poder tomar las medidas terapéuticas pertinentes y así evitar que tenga un impacto directo en su fertilidad o capacidad de llevar a término un embarazo sin complicaciones”, concluye Martínez Guisasola.