Si exceptuamos su famosa catedral, el castillo de Bellver es una de las edificaciones más originales y emblemáticas de Mallorca. Situada a tres kilómetros de la capital, Palma, y sobre una colina de 112 metros de altura, se construyó en el siglo XIV como palacio y fortaleza, pero llegó a usarse como prisión y residencia real.
El castillo fue construido entre 1300 y 1311 por orden directa del rey Jaime II de Mallorca como consecuencia de una planificada organización de las acciones defensivas por parte de la Casa Real. Fue concebido también como un palacio-fortaleza en donde los gobernantes podían refugiarse con garantías de seguridad en caso de peligro y los soberanos realizaron estancias más o menos prolongadas. De todas formas, a pesar de su carácter defensivo, el interior presentaba un gusto elegante y refinado, digno de una residencia real.
El recinto, hoy propiedad municipal y que puede visitarse, responde a un plano muy concreto y original, consta de un edificio de estilo gótico de planta perfectamente circular que se organiza alrededor de un patio central también circular, con cuatro grandes torres orientadas hacia los cuatro puntos cardinales.
Entre los elementos arquitectónicos que más destacan de la fachada exterior de Bellver, que cuenta con fosos, están las ventanas geminadas. Situadas en la planta noble, están compuestas por dos arcos estrechos de medio punto separados por una columna. Entre sus elementos defensivos, bien conservados, destacan su barbacana, su puente de piedra –en origen levadizo–, garitones, aspilleras y matacanes.
El interior del castillo, que se usa como sala expositiva y su patio de armas central con 21 arcos de medio punto para actos culturales, muestra toda su grandeza y exquisitez, ya que fue concebido como residencia real con refinados y elegantes acabados. El castillo cuenta con tres escaleras de caracol para conectar sus dos plantas.
La torre mayor o del homenaje es su construcción más emblemática y singular. Se trata de un edificio de planta circular y 33 metros de altura. Además, Bellver cuenta con una reproducción del aposento donde se recluyó a principios del siglo XVIII a Jovellanos, político que defendió la reforma agraria.