Un estómago que cruje. Hambre. Aitor Elordi es carnívoro. Se afila los colmillos. Técnicamente un dechado de virtudes, asoma con apetito mientras mira alrededor y reconoce cada palmo del frontón que le vio crecer y donde su hija le observa desde las gradas. El mallabitarra mastica el ambiente de la cancha de su pueblo, observa el frontis y le susurra canciones de amor, poemas descarnados, arte y ensayo. Elordi saca la chistera, la varita; asoma agresivo, galones en el pecho, aquí estoy yo. Abraza a Stendhal y le besa en los labios, ambicioso, feliz, expeditivo, media sonrisa.
Vuelta a 2023, aquel año mágico en el que acabó coronándose en el Parejas junto a José Javier Zabaleta, con quien comparte gerriko en el presente campeonato, y en el Manomanista. Tal vez sea demasiado pronto para echar las campanas al vuelo, pero emite destellos del Aitor de entonces: magia, responsabilidad, descaro; clasicismo y rock and roll.
La kriptonita de Iztueta
El vizcaino fue este domingo protagonista en el escenario en el que se crio para anotarse su tercer punto en cuatro partidos. Estuvo soberbio en el remate, pasó por encima de Erik Jaka en los cuadros alegres, superado y romo sin pelota para terminar, y dio síntomas de estar alcanzando la confianza que necesita un puntillero de sus características para funcionar como un fuera de serie. Bien custodiado por Zabaleta, la maquinaria funcionó. Abrieron la fábrica para dejar sin argumentos a Martxel Iztueta, incómodo. Los de Aspe fueron la kriptonita de un guardaespaldas majestuoso, pero con camino aún por recorrer en el campo profesional. Los partidos de campeonato contra manistas de la talla de los campeones de 2023 forman parte de ese aprendizaje, de la mili.
Empezó el partido torcido para los de Baiko Pilota. Un pelotazo de Zabaleta atrás abrió las hostilidades. Está con chispa, aunque en ocasiones le falta encontrar esa regularidad, el martillo pilón, a la hora de enfilar el pelotazo cerca del frontis. Con todo, siendo un zaguero superlativo, pertrechado de una pegada descomunal, su elegante cadencia se convierte en una gota china que desmonta a cualquiera. El de Etxarren abrasó a Iztueta y Elordi reclamó protagonismo con un buen derechazo por la pared. El vizcaino, acostumbrado a meter ritmo, se aprovechó del frontis del Mallabia I y atropelló con un saque y un saque-remate. El 0-5 fue un gancho de Aitor. Por entonces, el de Mallabia se había erigido como faro del encuentro.
Dominio
Activo y agresivo, quedó varado por una falta de saque. Martxel activó la diestra para acabar en los cuadros largos. Un gancho de Elordi cambió de nuevo el signo. Falló el siguiente. Estaba inspirado. Lo intentó de todos los colores. Confianza. Hambriento. Dos errores de Iztueta y dos remates al txoko abrieron un abismo entre las dos combinaciones que jamás se restañó (3-10).
El primero de los tres tantos de Jaka fue el 5-12, fue un derechazo atrás. Controlado el estilete del lizartzarra y pese a algunos errores propios, se fueron los de Aspe hasta el 9-17.
Un tanto agónico
El 10-18 fue especialmente bonito y agónico. Se cruzaron veinte pelotazos. El vizcaino defendió un dos paredes de Iztueta desde las gradas y el zaguero tolosarra buscó el remate con una dejada. No lo logró con los azules fuera de sitio. Elordi tiró de volea para defender violentos pelotazos del guipuzcoano, que acabó por desfondarse y fallar.
Los colorados naufragaron hasta el 10-20. Una falta de Aitor y un saque de Erik fueron maquillaje. Un buruzgain de Aitor, al que le funcionó muy bien la derecha, y un error de Jaka firmaron la victoria azul. l