Duración 53 minutos.
Saques 6 de Leiza por 2 de Berasaluze IX.
Pelotazos Se cruzaron un total de 187 pelotazos a buena.
Tantos en juego 8 de Leiza por 8 de Berasaluze IX.
Errores 5 de Leiza por 8 de Berasaluze IX.
Marcador 1-0, 1-1, 1-6, 2-6, 3-6, 3-7, 4-7, 4-8, 7-8, 7-9, 8-9, 9-9, 10-9, 12-10, 12-11, 12-12, 21-12, 21-15 y 22-15.
Botilleros Barandalla con Leiza y Albizuri con Asier Berasaluze.
Incidencias Lleno en el Santanape de Gernika. El dinero se cantó de salida a favor de Asier Berasaluze.
gernika. "Él saca... y búscate la vida". Correspondía la reflexión irreflexiva por lo que tenía de visceral, de verdadera, de sincera, a Iñigo Leiza antes de encararse al saque centelleante de Asier Berasaluze en el Santanape de Gernika en la primera ronda del Cuatro y Medio. Ocurrió que en el instante preciso en el que no caben excusas, cuando los focos apuntan directamente, cuando el escaparate es diáfano y todo queda a la vista, Iñigo se buscó la vida, y de qué manera. La mejor posible. El delantero de Lemoa se doctoró en el resto, uno de los puntales de su propuesta, y en el proceso, en el tránsito, mutiló a Asier, que recortados con la lima los colmillos de su espeluznante saque, necesitaba al menos de otro pelotazo para sumar. Se estrelló Berasaluze IX de mala manera en esa suerte, en la segunda jugada, la que debe coronar un tanto, cuando Leiza contrarrestaba su saque. "Me ha costado hacer tanto con el saque-remate. Durante el verano y jugando a parejas, que hay menos huecos remataba bien, pero hoy (por ayer) curiosamente con más espacio no he conseguido rematar nada bien". En lugar de éxito, Asier se topó con un pozo de zozobra, con el sonido estridente, metálico y perforador de la chivata, la nota aguda del frontón. A Aimar Olaizola, manista exacto al milímetro, de escuadra y cartabón, que observaba el duelo desde una bancada lateral, le sonaba la escena. "No sé, pero o la chapa es más ancha o está colocada un par de centímetros más alta porque siempre que juego aquí pego más chapas de lo normal". Lo que para Asier era un grito taladrador, acaso desesperado, a Iñigo le sonaba celestial, glorioso, como el susurrante quejido de la trompeta maldita de Chet Baker.
Antes de escucharla, de alcanzar la sonrisa de jugársela ante Gonzalez en la eliminatoria próxima, Leiza tuvo que gestionar una situación comprometida: el asalto de Berasaluze IX a toque de corneta. Tras el tanto inaugural de Leiza, con el saque, a modo de premonición (Iñigo sumó 6 por 2 de Berasaluze IX), Asier se desplegó con celeridad y enorme solvencia. Enredado Iñigo, tieso, hierático, agarrotado por la argamasa de los nervios, la responsabilidad y la tensión, hizo caja Berasaluze IX, que gobernaba con acierto en la búsqueda de ángulos. Le costaba a Iñigo encontrar el hilo del partido hasta que un extraño en el frontis precipitó un remate desajustado de Asier. El accidente del frontis impulsó a Leiza, roto el ovillo en el que braceaba, y abrió un nuevo horizonte. Se despojó de la chaqueta de la incertidumbre con una fantástica dejada al ancho el lemoaztarra.
Se alzó entonces el telón de otro acto, con más argumento. Se endureció la pugna y Leiza se asomó a la balconada del riesgo. A bote con la dejada y de aire con el saque-remate. A medida que crecía Leiza, menguaba la capacidad resolutiva del berriztarra, con la derecha plegada, sin punch, más incómodo a cada palmo que conquistaba Iñigo. Un gancho a vuelta de saque devoró la renta de Asier y la refriega se igualó: 9-9. Suelto como los pies de un bailarín, encadenó Iñigo tres perlas con un parada al txoko, un saque y una maravillosa dejada a la punta, tal vez el lance más hermoso. Las tres puntadas iban cargadas de un hilo tan resistente como los que tejen las maromas que abrazan a los barcos a puerto. Reaccionó el berriztarra con el gancho hasta fijar la último equilibrio, a doce. Otra chapa de Asier disparó definitivamente a Leiza, asentado, firme y convincente. No dio tregua Iñigo, que abrió en canal a Asier, desacompasado, entre otras cosas, gracias al saque. Le colocó tres en la tacada de nueve que le llevó a un suspiro de la victoria: 21-12. Entre tanto, Berasaluze IX se retiró al vestuario con un ligero esguince de tobillo. Sucedía que más torcida tenía Asier la eliminatoria porque Leiza se buscó la vida. Y de qué manera.