El Mundial de atletismo regresa al calendario un año después por aquello de los ajustes a los que obligó la pandemia. Tras la cita de Eugene, el evento vuelve a Europa para celebrar sus 40 años y en Budapest arranca hoy una edición que puede dar ya algunas pistas de lo que ocurrirá dentro de once meses en los Juegos de París. Será la marcha la que conceda las primeras medallas de una edición rodeada de polémica por los enormes gastos que ha supuesto la construcción del nuevo estadio al borde del Danubio y la utilización del Mundial para lavar la imagen del régimen autoritario de Viktor Orban con el mayor acontecimiento deportivo que ha acogido Hungría.
En lo deportivo, el Mundial cuenta con estrellas suficientes para dar un gran espectáculo, aunque sigue faltando una del carisma de Usain Bolt, ahora que se cumplen catorce años del estratósferico récord del mundo de los 100 metros (9.58) que logró en la cita de Berlín. La carrera en la recta carece de dominador y de alguien que pueda acercarse a ese registro, aunque Noah Lyles aspira en Budapest a ser ese hombre. El estadounidense doblará en 100 y 200 y correrá el relevo corto en busca del triplete. En la carrera femenina, el interés está en comprobar si la veterana jamaicana Shelley Ann Fraser-Pryce suma su sexto título mundial ante la oposición de su compatriota Shericka Jackson y la estadounidense Sha’Carri Richardson.
Las pruebas más cortas tiene alguna de las figuras destacadas de este Mundial como el noruego Karsten Warholm (400 vallas), la holandesa Femke Bol (400 vallas y lisos), la dominicana Jasmine Camacho (100 vallas), el bahameño Steve Gardiner (400), el surafricano Wayde van Niekerk (400), de vuelta a su mejor nivel, o el estadounidense Grant Holloway (110 vallas). También los saltos y lanzamientos merecerán la atención con, entre otros, el sueco Mondo Duplantis (pértiga), la venezolana Yulimar Rojas (triple salto) o el estadounidense Ryan Crouser (peso), los tres plusmarquistas mundiales.
Sin embargo, de un tiempo a este parte las carreras de medio fondo y fondo se han convertido en un gran reclamo. Entre los hombres, los focos apuntarán de nuevo al noruego Jakob Ingebritsen, que buscará de nuevo el doblete en los 1.500 y los 5.000. En la primera distancia hay gran competencia, no solo de los africanos, ya que el trío español tiene aspiraciones de medalla, sobre todo con el murciano Mo Katir, y de recuperar el brillo de la que ha sido una prueba fetiche. La keniana Faith Kipyegon quiere el mismo doblete tras un año en el que ha batido los records mundiales de ambas distancias, pero también tendrá una dura oposición en la sueca Sifan Hassan.
En el equipo español, con 58 atletas, hay ausencias destacadas como las de alguno de sus medallistas recientes en grandes campeonatos: Ana Peleteiro, Orlando Ortega o el navarro Asier Martínez, bronce hace un año en los 110 vallas que se enfoca a París tras una temporada llena de problemas personales y físicos que le han impedido seguir su progresión deportiva. La marcha es, como siempre, depositaria de las esperanzas de medalla y alguna sorpresa puede llegar de las carreras de fondo, cuyo nivel ha subido por la llegada de atletas nacionalizados o salidos de la inmigración. El navarro Sergio Fernández, que ha recuperado el vuelo en los 400 vallas tras dos años de lesiones, y la alavesa Tessy Ebosele, campeona de España de salto de longitud, llevan la representación vasca en Budapest.