Llegó a primavera con su período nervioso y eléctrico para la política y aunque haya mejorado el tiempo, continúa la operación gotera. Lo comprobé el sábado 18 de marzo, cuando el candidato de Bildu a la Diputación General de Bizkaia, Iker Casanova, en su mitin, nos decía enfático:

“Quiero darle al PNV un consejo: Sepa que Bizkaia no es su cortijo”. Un sudor frío recorrió mi espina dorsal ¿Nos habrán descubierto?. Podía haber dicho caserío o batzoki, pero dijo cortijo, al parecer por ser más gráfico con sus señoritos, braceros temporales mal pagados, manolas, caballos y hasta la Duquesa de Alba. Busqué angustiado la explicación y la encontré. Casanova debe leer más al alcalde de Marinaleda que a Iñaki Iriondo, siempre tan preciso. Y es que era curioso el consejo. Algo así como si eres feo y le echas la culpa al espejo. Ante aquel consejo me quedé pensando. ¿Sabrá este caballero que el PNV gobierna porque los ciudadanos vascos le votan más que a Sortu?. Me fijé en su imagen y me pareció verle llevar sin mucho garbo el escapulario ajeno del PNV. Y me dije ya más tranquilo: es evidente que buscan ser un remedo de un PNV bis y para eso hay que ganar al partido de 128 años erosionando su imagen. ¡Qué pillines!.. Ahí está la clave.

Pensando, pensando, encontré otra explicación. No es que nos tengan ojeriza sino que ya tienen sus tres ejes de campaña. Tres banderillas tipo Cayetano Rivera: Euzkadi es un cortijo, el PNV es corrupto y, de oasis, nada de nada, es un pésimo gestor. Abrumado, pensé desconsolado. ¿Es esta la nueva y fraterna socialdemocracia revolucionaria?. ¡Pues vaya!. Miré por la ventana y me di cuenta que la estrategia es más vieja que la Ría. Se nota que, en lugar de ir a Sukarrieta, van mucho al Caribe y pasa lo que pasa. Pero tiene cura.

En Gipuzkoa, Bildu presenta como candidata a Diputada General o Diputada Generala, no lo sé, a Maddalen Iriarte, actual portavoz en el Parlamento vasco, quien con distintos argumentos a los utilizados por Mertxe Aizpurua en Madrid para aprobar los presupuestos de Sánchez, votó en contra de los presupuestos del gobierno vasco sin dar una sola explicación comprensible, salvo el de su manera de hacer política en relación con el PNV, que le debe parecer un frasco de amoníaco en la nariz.

Y es curioso porque los planteamientos de la Sra. Iriarte se mimetizan con la política seguida por el Gobierno Vasco y el PNV. Dos son los criterios que suele citar en ese sentido: una “soberanía energética” (la posibilidad de construir molinos de energía eólica en los montes, merced a una compañía pública). En el primer criterio, alude a las iniciativas público-privadas de la Diputación de Gipuzkoa para establecer parques eólicos y otras del PNV en un sentido análogo, como la colaboración con Petronor y con Ekiola (Eve y Grupo Mondragón). Según la perspectiva “purista” de Bildu, al contrario que el PNV, prefieren una acción solamente pública en relación a una posible empresa creada ex profeso desde las instituciones que lo hiciera. Aunque todavía no lo sabemos. Cada día dicen una cosa distinta.

En estas lides, la mejor manera de prever el futuro es mirar al pasado, pero no al violento, sino al gestor de los recursos ajenos. ¿Qué experiencia tenemos de las “empresas públicas” de la Izquierda Abertzale? El caso mejor conocido es el de Garbitania, la empresa encargada de la gestión de residuos que reina todavía en algunos municipios gobernados por Bildu y que en su legislatura de 2011-2015 pretendió extenderse por toda Gipuzkoa con su maravillosa fórmula del “puerta a puerta”. ¿Qué conocemos de su funcionamiento? Que produce un notable aumento del gasto público, que somete a los pueblos a tremendos niveles de suciedad y al ciudadano a una disciplina basuril penosa y anti-higiénica, que no resuelve el problema (pues muchos ciudadanos hacen transmigrar la basura a otros municipios con otros sistemas). Además, genera un empleo público gracias al cual Bildu puede colocar cómodamente a sus gentes de confianza, que no está nada mal. Por último, los datos demuestran que el sistema de contenedores es más eficaz para el reciclaje, pero eso no les importa. Si Bildu montase una empresa eólica a partir de las instituciones, nos esperan el despilfarro, la ineficiencia y el colocar a dedo a los adeptos, que es lo que actualmente rige en Garbitania, junto a una eficaz manera de aprender a que si no quieres taza, taza y media.

En Araba, la candidata se llama Eva López de Arroyabe y también propone una semana laboral de cuatro días para mejorar el reparto del trabajo. Esto augura niveles de control por encima de cualquier colaboración entre lo público y lo privado. Significa entrar de hoz y coz en el mercado laboral con la intención de amoldarlo a directrices gubernamentales cuya única consecuencia puede ser la emigración de capitales privados y crear la lupa controladora y opresiva sobre las empresas, grandes y pequeñas. Habida cuenta del dogmatismo con el que Bildu se toma este tipo de medidas voluntaristas —cuya aplicación supone una fiscalización ajena a los criterios de rentabilidad empresarial, habrá que llevarse la mano a la cartera. Representa el gobierno de cancerberos funcionarios políticos—, nos tememos lo peor: para el tejido empresarial en nombre del reparto de trabajo, y la consiguiente destrucción del propio trabajo. Pero a Bildu, y no olvidemos del modelo dogmático del que vienen sin abjurar de él, le interesa controlar a la sociedad desde las instancias gubernamentales, aunque para eso airee propuestas milagreras. Una vez tocado poder, siempre es posible utilizar los recursos del poder para echar la culpa a la oposición, como está pasando con el modelo cubano. Lo conocemos bien. Y si quieren les cuento como se hace.

Para Sortu, la cuestión nacional, la cuestión de la igualdad reconvertida en ideología de género y la cuestión ecológica son la fachada que esconde una ambición de dominio de la sociedad. Les encanta lo militar. Son expertos en crear obligatoriedades, con la intención de impedir la posibilidad del debate democrático por la vía de la imposición de un imperativo al que nadie debe negarse. Comprendamos, que los planteamientos de Bildu frente a la sociedad son tácticos, igual que esa tendencia camaleónica a querer parecerse al PNV criticando al PNV. Lo vemos en el nuevo ideólogo del cotarro, tras echar a los disidentes de EA por el despeñadero, Pello Otxandiano, al que algunos acusan de cierta “querencia al discurso técnico”. Hasta en este líder Bildu hace pinitos de imitar al PNV. Pero debajo de la apariencia, Otxandiano, propone soluciones imaginarias para problemas reales con la finalidad, siguiendo las reglas del catecismo de aquel Tamames de los años cincuenta, que comenzaba proponiendo la dictadura del proletariado y ha terminado vendiendo sus intervenciones. Los dos son bastantes peligrosos.

Y es que frente a este nuevo Keynes y su planteamiento táctico, frente a su modelo virtual de lo vasco y de lo económico, tenemos que poner en valor lo bueno que tenemos. Ya que hay un modelo vasco real, de pequeñas y grandes empresas, de empresas de finalidad social, como las cooperativas, de colaboración entre lo público y lo privado. Y existe un liderazgo que tiene en cuenta sus amenazas, como aquí se comprueba. El lehendakari Urkullu afronta los auténticos retos de la renovación industrial de un país real y presente, y no de uno futurible e imaginado. Alegrémonos y proclamémoslo con orgullo diciendo que el modelo vasco existe. Es posible mejorarlo, sobre todo escuchando más, pero haciendo el ejercicio de realismo de admitir su bondad esencial. Nada más lejano de ello que el mesianismo apocalíptico exhibido por Sortu, disfrazado de Bildu, que se acrecentará estos días.

¿Alguien en su sano juicio cree que si Iker Casanova hubiera sido Diputado General de Bizkaia estos años existiría la RGI, la devolución del Concierto, el Guggenheim, la incineradora Zabalgargi (¿se acuerdan de su grito de guerra “Incineradora, un muerto cada hora”?), el actual Puerto, el Metro, el empuje empresarial, y el acreditado modus vivendi que nos hemos dado?. Al parecer todo esto no está nada mal, y lo prefieren hasta esos empresarios alternativos de Bildu, frente a una magnífica chabola en la Cuba del Cantábrico que siempre han propuesto y que ahora pretenden vendernos como la modernidad.

El P. Luis Ugalde, al recibir el premio de la Fundación Sabino Arana, nos comentaba y explicaba cual era la obsesión del chavismo: “acabar con la empresa privada”. Ya lo dijo Hugo Chávez con su grito de guerra que sigue resonando. ¡Exprópiese!. Hoy Bildu se ha dado cuenta que la empresa y los empresarios existen, pero hay tres categorías para ellos: los malos, los malísimos y los nuestros. Y, al parecer, hay que cargarse a Confebask. Previamente a esta operación no hubiera estado nada mal decir alguna palabrita sobre aquel “impuesto” de sangre y muerte que aterrorizó a un sector empresarial donde la mayoría de ellos aguantó y dio la cara pero lo novedoso es que tenemos la buena noticia del inicio de un “viaje hacia el centro”, con la perspectiva de las nuevas elecciones por delante, y con la ambición de poner a Bildu lo mejor posicionado en la barra de salida, Eso sí, sabiendo claramente que “el capitalismo está agonizando, el planeta no resiste, es necesario, urgente, un nuevo modelo: El modelo de transición ecosocial. Para ello hacen falta liderazgos fuertes. Liderazgos científicos, empresariales y políticos. Hay que redistribuir la riqueza, no puede darse lo que está ocurriendo en nuestro sistema”.

Es de agradecer a Bildu esta claridad, que supone una auténtica declaración de principios. Sortu, más bien, señala ahora que “estamos ante grandes cambios motivados por la transición energética, la digitalización, la robotización y la transición demográfica. Y somos muy vulnerables ante ellos”. Después de este aserto irreprochable, Bildu, sin EA, descubre la vocación industrial de la I.A: “Queremos un país preminentemente industrial, y, ojo, estamos retrocediendo”. Aquí se nos juntan un deseo, compartido por todos, y la mención de una amenaza real. Pero, en el contexto de la historia de este país, tal afirmación queda ciertamente coja, pues omite una cuestión esencial: fue la propia sociedad vasca y el propio Gobierno vasco bajo la dirección de la política económica del lehendakari Ardanza, del vicelehendakari Jon Azua y del presidente del EBB Xabier Arzalluz apoyando en los 80 y de los gobiernos del PNV-PSOE en los 90, del lehendakari Ibarretxe y Urkullu y Diputaciones quienes fueron los que tomaron la decisión arriesgada de que Euzkadi persistiera en su vocación industrial. Simplemente conviene recordarlo.

* Diputado y Senador de EAJ-PNV (1985-2015)