TODOS estos días, durante los cuales, bien en tertulias, artículos, noticias, comentarios, etc., muchos aralarkides hemos permanecido callados, respetando las diversas opiniones y opciones que se estaban manifestando en torno a Aralar y los pasos dados por Aintzane, Mikel y Oxel. Pero después de escuchar numerosas opiniones y sentimientos de votantes y militantes de nuestro partido nos resulta muy difícil mantener este silencio, más aún cuando muchas de estas manifestaciones tienen que ver con sentimientos de deslealtad.

Prácticamente desde su fundación, ratificada en sucesivos asambleas y congresos, como corriente política y partido, Aralar ha venido defendiendo la necesidad de construir una izquierda que fuese abertzale, civil y amplia, una izquierda pragmática que respeta a su adversario político y trabaja activamente en todos los frentes sociales e institucionales. Ha defendido un debate plural y abierto entre sus militantes y simpatizantes.

Esta manera de hacer política hizo que Aralar fuese en solitario defendiendo sus posiciones en la CAV en las elecciones municipales y a continuar con el impulso de Nabai en 2011. La reflexión política mayoritaria de la organización entendió que en las elecciones al Parlamento español se daban las condiciones para empezar a construir una alternativa plural, unitaria, civil por la que tanto tiempo veníamos trabajando y había sido nuestra razón de ser una izquierda abertzale sin la tutela de ninguna organización armada y apostando definitiva y exclusivamente por la actividad política.

Indudablemente, siendo muy conscientes del duro pasado que hemos vivido. El sectarismo, el autoritarismo, la negación de otras alternativas y todo lo que ello conlleva han sido prácticas habituales pero no son solo patrimonio de algunas fuerzas políticas. Flaco favor nos haríamos si no fuésemos capaces de mirar en nuestras propias contradicciones. Nada de la noche a la mañana se transforma en maravilla. Nada de lo que ayer era negro amanece blanco. Hay mucho que andar, mucho que acertar y equivocarse, muchas personas a incorporar para construir una sociedad libre y solidaria. Por eso, a pesar de las dudas que pueden surgir en el camino, apostamos por caminar con aquellas opciones que han dicho claramente no a la violencia como método de lucha para conseguir nuestras aspiraciones, es decir, Amaiur en las últimas generales y lo que seamos capaces de unir en las próximas autonómicas de la CAV. Y con la vista puesta en Nafarroa para ampliar la coalición.

En el escrito publicado en DEIA (15-4-2012) por Jon Abril y Mikel Zurbano, se acusa de falta de coherencia a la dirección de Aralar. De actuar con sectarismo, de no responder a las expectativas de los votantes de Aralar. Hecho en falta un análisis político más serio. En ningún momento ponéis en cuestión que estamos hablando de un Parlamento autonómico que no representa en 2012 la realidad política y social, además de quedarle poco tiempo de vida política. Realidad que ha cambiado, a mejor por supuesto, en relación con marzo de 2009. ¿No hubiera sido más fácil disolver el Parlamento y convocar elecciones? O bien, proponer desde Ajuria Enea una mesa con todas las opciones institucionales que en 2012 conviven en Euskal Herria? No podemos dejar pasar por alto que el PP se sienta todos los días y dialoga todos los días con Bildu, Amaiur, incluso sobre la paz, las víctimas y los derechos humanos en muchos ayuntamientos, en las Juntas Generales, en el Parlamento navarro o en el español. No es maximalista pedir en la comunidad autónoma, en el Parlamento, que se haga lo mismo que se viene haciendo por citar un ejemplo en las Juntas Generales de Gipuzkoa. La comisión del Parlamento, por muy loable que sea intentarlo, no es representativa y su trabajo será baldío si no participan de forma activa todas las fuerzas políticas de nuestro país. No olvidemos que todo Aralar, no solo la dirección, viene exigiendo como fundamentales el respeto total a los derechos humanos, el abandono de la violencia, los principios de "no exclusión" y de "no a la política de vencedores y vencidos". Y es responsabilidad de la dirección la vigilancia para que se cumplan estos mandatos.

¿A quién representan las personas que trabajan como parlamentarios de Aralar? ¿Quién les ha elegido? Las personas que son cargos institucionales actualmente son propuestas por sus partidos u organizaciones para formar parte de las listas o incluso encabezarlas. La mayoría de las personas votantes votan al partido, a las siglas y desconocen en muchos casos a las personas que se presentan. Para nosotros es un principio ético. Es Aralar, su militancia, quien elige a las personas que van a defender su programa y su praxis política. Es la militancia de Aralar la que soberanamente decide cuál es el camino a seguir, la política de alianzas, los acuerdos parlamentarios. En este caso, es la mayoría de la militancia de Aralar la que ha creído oportuno no apoyar una comisión que no respeta la situación política que vivimos actualmente. Y las personas que representan a Aralar deben respetar lo que la militancia ha decidido. Éticamente, priorizar las posiciones personalistas frente a las del colectivo que te ha posibilitado estar donde estás, no responde al ideal de sociedad igualitaria, solidaria, respetuosa con las ideas de las personas. Ni tampoco con nuevas formas de hacer política. Son, sin embargo, antiguas formas que desgraciadamente y con cierta frecuencia suceden en la política y que tanto daño producen en la sociedad, pues traen consigo consecuencias nefastas como son la desconfianza en el trabajo honrado de muchas y muchos compañeras y compañeros y el alejamiento de la política de sectores de la sociedad.

Es una pena que tantos años de pelea por una izquierda abertzale, civil y plural terminen así, pero vuelvo a pensar que esto es el producto de que todavía no hemos aprendido a convivir con las personas que piensan de otra forma y por tanto a respetar las mayorías y las minorías. Coherente en esta vida es saber aceptar que detrás de toda confrontación y discusión ideológica y de praxis política y social algunas veces convencemos y otras no, y que si formamos parte de una organización debemos saber ser humildes y aceptar las mayorías aunque no nos gusten. Avanzar en la construcción de una sociedad diferente es aceptar que también otras personas pueden tener razón aunque no la compartamos.

Por terminar es difícil aceptar argumentos sin base científica. Las diferencias de votos entre Bildu y Amaiur no solo hay que mirarlas en el tejado de Aralar. Sin duda conocemos a personas simpatizantes de Aralar que no estaban de acuerdo en votar Amaiur en la CAV y en Nafarroa. También conocemos a personas que votaron Bildu y se abstuvieron en las generales, también conocemos las disidencias del propio mundo de la izquierda abertzale oficial. Muchas variantes y ningún estudio serio para certificar que Aralar se ha equivocado. Ahora bien, tampoco conocemos que sería hoy de Aralar si hubiésemos votado mayoritariamente la opción de Jon Abril y Aintzane Ezenarro de no presentarnos en la CAV. Probablemente, hoy las personas que han votado Aralar durante estos años hablarían de la misma con la nostalgia de aquello que fue.

Los tiempos cambian y las divergencias son normales y sanas. El camino es largo y la vida da muchas vueltas. Espero que seamos capaces de superar esta divergencia y podamos seguir construyendo esa izquierda abertzale civil y plural por la que tanto llevamos peleando.