La noticia colgada por el club en su página web a primera hora de la mañana de ayer daba cuenta de que en escasos minutos la expedición rojiblanca embarcaría en el avión con destino a Roma. En el titular de la misma incluía el término “ilusionante”, reflejo de la natural expectación que ha provocado el retorno del Athletic a Europa después de seis largos años de ayuno. El subtítulo versaba sobre dos aspectos concretos, el desplazamiento de hinchas que acompañan al equipo y la ausencia de Oihan Sancet en la expedición, aquejado de una sobrecarga.
Quien más quien menos no pudo evitar rumiar un “ya es mala pata”. A ver, las lesiones son parte del fútbol y nunca se reciben bien, pero en esta oportunidad sucede que se trata del que probablemente haya sido el jugador más influyente en el inicio de la temporada. Una pieza básica dado el poder de atracción que ejerce sobre el verde y todos los beneficios que sus intervenciones entrañan para el funcionamiento del colectivo, especialmente en la elaboración y la capacidad de llegada al área rival.
Como se parte de que iba a figurar en la alineación, pese a que disputó completo el cruce con el Celta, calificar de inoportuno este contratiempo acaso sea quedarse corto. Aunque no es la primera vez que Sancet se pierde un partido y sin él se han producido resultados positivos, tiene triste gracia que justo vaya a coincidir con el largamente esperado estreno continental. Encima, frente a un adversario que parte como favorito del grupo y en un estadio que ha acogido numerosos eventos internacionales en los últimos cursos.
Como suelen decir los entrenadores no merece la pena darle más vueltas al asunto: sencillamente, ha ocurrido así y punto, pero desde luego que el Athletic no saltará al Olímpico con uno menos. El relevo que con mayor asiduidad suele escoger Valverde cuando Sancet no está se llama Unai Gómez. Ha habido otros que han pasado por esa demarcación concreta con el actual técnico, pero algunos ya no están en la plantilla (Muniain, Zarraga o Raúl García) y en esa lista esporádicamente han figurado Berenguer o Jauregizar. La solución más a mano apunta pues a Unai: menos dotado para la creación, garantiza despliegue sin pelota y decisión para irrumpir en zona de remate.
Si el único que no se encuentra en condiciones de participar es Sancet, ni tan mal, puesto que continúan abiertas un par de incógnitas y ambas sensibles en la hipótesis de que definitivamente se conviertan en descarte. Está el misterioso caso de Julen Agirrezabala, que fue cambiado a mitad de partido el pasado domingo. Al parecer, víctima de un golpe en una parte de su anatomía que nadie se ha dignado a precisar. El servicio médico no ha facilitado parte relativo al estado del portero y Valverde se negó en redondo a aportar información en la sala de prensa de San Mamés.
Viajar, ha viajado, al igual que Nico Williams, baja en la jornada más reciente a causa de un golpe en un tobillo. Lo mismo que Yuri Berchiche, presumiblemente repuesto de la sobrecarga que le impidió jugar ante el Celta. En la esperanza de que todos los desplazados a territorio italiano estén aptos, esta noche el Athletic podrá presentar un once muy reconocible y, lo que es más importante, engrasado. Lo probaría la serie de resultados favorables que acaba de obtener.
Si el valor de un solo elemento nunca resulta equiparable a la suma de las aportaciones de los once que componen una formación, la inercia que muestra el Athletic redoblaría la confianza en sus posibilidades. Y no merece la pena detenerse en el potencial que reúne el grupo dirigido por Ivan Juric, con una amplia nómina de internacionales y tipos bregados en el máximo nivel competitivo en su seno. Hoy la Roma mide sus fuerzas con un bloque bien estructurado, ambicioso y espoleado por el privilegio que supone inaugurar una etapa en el concierto europeo.