En los últimos días, un vídeo difundido por redes sociales ha causado un gran revuelo. En él, se puede observar cómo una científica, identificada como Jessica Radcliffe, está interactuando con una orca durante lo que parece ser un espectáculo marino cuando, de repente, queda atrapada entre los dientes del mamífero. Las impactantes imágenes han conmocionado en Tik Tok y en Facebook hasta el punto de crear campañas a favor de los animales en cautiverio y otras, pidiendo su sacrificio. Pero nada más lejos de la realidad. Expertos en verificación han confirmado que las imágenes fueron generadas con Inteligencia Artificial. Ni la científica ni la localización del supuesto incidente, el Pacific Blue Marine Park, existen. Está ocurriendo lo que ya muchos vaticinaban: todo lo que una persona pueda imaginar, la IA podrá hacerlo realidad: orcas comiéndose a sus entrenadoras, vídeos que desinforman, incluso en algunos certámenes literarios europeos ya se están recibiendo novelas escritas por la IA. Su uso para crear y difundir desinformación se ha vuelto cada vez más común, además, la desinformación generada por la IA es particularmente peligrosa porque puede ser muy difícil de detectar a simple vista. Pero la amenaza no son estas herramientas. El mundo no tendría que estar preocupado por la Inteligencia Artificial, sino por la estupidez humana.
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