El famoso vídeo del concierto de Coldplay en Boston, donde se veía a una pareja de infieles abrazados, sigue dando mucho que hablar. La cazada del CEO de Astronomer Andy Byron con Kristin Cabot, la jefa de Relaciones Humanas de la misma empresa, me provoca muchas preguntas alrededor de este hecho viral. Primero, ¿fue legal mostrarlos en la cámara en pleno concierto y ante todo el planeta sin su consentimiento? Aquí esto no podría haber pasado nunca, a no ser que fueran unos personajes públicos. Hubiera supuesto una intromisión ilegítima en el derecho a la propia imagen y una vulneración del derecho a la intimidad personal. No me imagino captando imágenes de dos amantes y difundiéndolas en medio de un concierto de Fito, por ejemplo. Segundo, ¿cómo se les ocurrió ir al concierto? La banda lleva más de un año dirigiendo la cámara hacia sus fans, dando al cantante Chris Martin la oportunidad de improvisar minicanciones graciosas sobre los asistentes. Y tercero, ¿cómo puede llevar una infidelidad a hundir la carrera profesional de unas personas? Que sus parejas les hayan dado puerta entra dentro de lo previsible, pero que antes de su dimisión la compañía cesara a Byron temporalmente de su cargo y anunciara el inicio de una investigación formal denota el puritanismo de la sociedad estadounidense. El problema es de ellos y de sus parejas, no de la empresa.