El tiempo no acompaña. No hay sol que abrase y requiera chapuzones constantes sobre todo de la chiquillería que disfruta sin límite entre txonbos y ahogadillas. Por eso el tardío estreno de la temporada de las piscinas exteriores en Bilbao Kirolak quizás no ha sido tan espectacular como se esperaba tras casi dos meses y medio sin servicio por la huelga de 23 personas responsables del mantenimiento de las piletas.
Quienes sí han estado como un reloj presentes en los polideportivos de Artxanda, Txurdinaga y Rekalde son los que necesitan nadar como terapia sanitaria. Tanto ayer como el lunes fueron los dueños de las piletas y a la diez de la mañana (por cierto hora muy tardía de apertura se quejan muchos) el personal con la espalda maltrecha, problemas óseos y recuperaciones postoperatorias pudieron practicar sus largos largos y paseos terapéuticos. Porque cada vez más las piletas municipales veraniegas son también gimnasios imprescindibles. Y más teniendo en cuenta que, lógicamente, Bilbao Kirolak cierra las piscinas interiores para su limpieza y mantenimiento.
Y luego está la fórmula municipal a utilizar para resarcir económicamente a los abonados por este paro. ¿Qué baremos usará para determinar el dinero a abonar por cada jornada sin poder acudir a las piscinas? El coste será importante y todo eso esperando que los socorristas no acudan a otra huelga que los sindicatos pueden convocar en septiembre.