ESDE el máximo respeto porque, como decía Kant, "hay una religión, pero muchas especies de fe" y toda creencia lo merece; esta semana, santa para tantos, ha mezclado entre lo noticiable, que no siempre está constituido por noticias, las imágenes de procesiones y la foto del abrazo PP-Vox con el advenimiento de la ultraderecha hispana a una institución de gobierno más de cuatro décadas después de que, al menos nominalmente, saliera de ellas. Y, repito, desde el máximo respeto por la fe, uno se pregunta si la regresión política hacia lo más infausto del pasado siglo no halla concordancias, más allá de las temporales, con la potenciación de tradiciones -y no hablo de religión, de fe, sino de su histórica utilización ideológica- que se incentivaron y crecieron por interés de un poder, omnímodo, propiedad de los antecesores de quienes hoy abrazan a Mañueco y Feijoó. Seguramente cause reacciones airadas (de razonada inocencia o de exagerado flagelo) que se recuerde, aunque en el pecado vaya la penitencia, que de las 9 cofradías que procesionan por Bilbao, dos se crearon en tiempos de inquisición española y se refundaron cuando se crearon otras 6, entre 1939 y 1947, que algunas se impulsaron desde el entorno de apellidos -Oriol, Urquijo, Ybarra, Ustara...- de adscripción falangista y/o relación con instituciones franquistas y que aportan símbolos -cruz de Santiago, de Jerusalén...- y parafernalia -estandartes, capuchas, marchas militares...- de amplia difusión en la iconografía de ultraderecha.