REE el ladrón que todos son de su condición. O le dijo la sartén al cazo. Al cuaderno rojo de Iván Redondo, gurú de Pedro Sánchez, se le debió caer la hoja del refranero cuando permitió a su líder espetar al soberanismo que nada detendrá el efecto Illa por mucho que jueguen con "trucos" aplazando las urnas porque la fecha "es lo de menos". La pandemia debe ser un daño colateral en el esquema del presidente cuando Catalunya suma 19.000 fallecidos por covid desde marzo, medio millar en una semana, acumula medio millón de contagios, tiene a más de tres mil hospitalizados y 700 en las UCI. Al experto en juegos malabares con la Justicia, creador de mesas sin patas ni invitados y escapista por naturaleza, que ni Houdini habría librado tantas vidas políticas, le ocupa más el "interés público muy intenso" en dar una patada mortal al tablero, nunca mejor dicho, y donde dije digo, digo Diego. A ver si así entierra la bilateralidad que tanto le incomoda porque hasta hoy todas sus promesas caminan entre la boutade de achacarlo todo a una crisis de convivencia y el eufemismo del reencuentro en manos del ministro de la pandemia. Cuyo ascenso a los cielos ha necesitado de un bombero encargado de otro circunloquio, la cogobernanza. Con esta trampilla arranca la campaña en el aire que puede acabar con el candidato por el suelo. Pero si dieron positivo su esposa, madre, suegro, Calvo, Macron y ahora Redondo; Sánchez también escapará de esta.

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