OS meses después de que aquél 11 de marzo -qué lejano parece- la Organización Mundial de la Salud declarase el covid-19 como pandemia, Euskadi vuelve a registrar datos para la esperanza, que no euforia. Ese 11 de marzo hubo 64 casos y dos fallecidos y esos datos, que entonces confirmaron lo que se nos venía encima, parece que vuelven al punto de partida. Ha costado mucho doblegar esa curva y no es cuestión de echar todo el trabajo por la borda porque, si hay una vuelta atrás, el coste sería dramático. Viene esto a colación por las imágenes de las terrazas y los grupos dichosos de diez personas que día sí y día también algunos nos repiten como un martillo pilón. Todos queremos salir a los bares y estar con toda nuestra cuadrilla, los hosteleros los primeros. Todos sabemos que esa cerveza sabe mejor en la calle con los amigos y la familia que en casa confinados, pero si somos responsables, como hasta ahora lo hemos hecho, las terrazas seguirán abiertas durante mucho tiempo. No se trata ahora de que, aunque se nos permita grupos de diez en las terrazas, haya que llevarlo todo a rajatabla. Eso y que tampoco hay que salir a las seis de la mañana a hacer deporte, luego a la compra, salir con los niños, y volvamos otra vez a la calle hasta las 11 de la noche. Por si alguno se le ha olvidado recuerdo que el lunes murieron seis personas y 158 dieron positivos en las distintas pruebas en Euskadi. El virus no entiende de horarios sino de responsabilidad.