Milagro. Esa ha sido la palabra más repetida en los últimos días, a la espera de que llegase la fecha de hoy, marcada en el calendario en rojo, por mucho que la convocatoria de Valverde, menguada de nombres propios dominantes, no ha dejado en blanco y haya apaciguado las esperanzas de ver al Athletic andando sobre las aguas de Old Trafford. Si se cree, si aún se sostiene la fe, es porque ya han visto al Athletic en prodigiosas multiplicaciones.

¿La primera? Quizás aquella del directivo Juan Elorduy, quien no encontrando las camisetas blanquiazules del Blackburn Rovers adquirió las rojiblancas del Southampton. Y ahí comenzó la historia... ¿Más? Una insólita historia acerca de los trofeos del club que se salvaron de milagro de ser fundidos marcan los belicosos años 30 y el pueblo combatió las fiebres tifoideas de Iribar con novenas y peregrinaciones a Begoña. ¿Futbolísticas, piden? Quizás la más grande sea la de los once aldeanos, aquel imponente Athletic hizo posible lo imposible al deshacerse por 2-0 del poderoso Real Madrid de Di Stéfano en la final de Copa de 1958 en el Bernabéu cuando los blancos lo habían ganado todo ese año. O aquella liga de los transistores ganada en el insular canario.

Ahora, en Inglaterra, solo cabe comenzar el partido como lo hacen ellos con sus cuentos: “once upon a time” (érase una vez...) y escribir una nueva leyenda de los once que son más, somos muchos más. Al fin y al cabo, aquel hallazgo de Luis de Castresana, nos emociona y nos hace creer. “El Athletic somos nosotros”, dijo.