A economía vasca continúa sufriendo los duros efectos de la pandemia de covid-19 un año después del inicio de una emergencia sanitaria cuyas consecuencias personales, sociales y económicas perdurarán aún durante un largo tiempo. Los últimos datos del primer trimestre del año dados a conocer por el Eustat constatan una débil subida del PIB vasco del 0,2% con relación al trimestre anterior -el de octubre a diciembre de 2020-, lo que indica una mejoría muy leve y por tanto insuficiente para hablar de recuperación y de creación significativa de empleo. Es destacable, en este sentido, que Euskadi encadena ya tres trimestres consecutivos con tasas intertrimestrales positivas. También el empleo subió un leve 0,5% en este periodo. Situados en contexto, estos datos tienen, pese a resultar escasos, componentes positivos que apuntan a que, con todas las dificultades del momento, se está en el camino correcto hacia una recuperación para cuya consolidación será en todo caso necesaria la concurrencia de diversos factores. Todos los indicadores del covid-19, con altas cifras de contagios diarios así como de la tasa de incidencia del virus y una importante presión hospitalaria, señalan que la CAV sufrió el embate de una tercera ola -ahora estamos ya en plena cuarta- con el pico situado a mediados de febrero -es decir, en la mitad del trimestre- que se ha hecho notar de manera clara en la economía. A lo largo de todos estos meses de pandemia ha quedado acreditada la correlación directa entre la incidencia del virus y su repercusión económica, tanto debido al escenario general de parón de la actividad como por las medidas restrictivas adoptadas para frenar los contagios. Porque solo mediante la generación de actividad podrá crearse riqueza y empleo que tiren de la recaudación y ofrezcan un escenario de estabilidad y bienestar. De ahí la importancia de alcanzar cuanto antes la inmunidad de rebaño mediante la vacunación masiva de la población. Un aspecto que está ofreciendo síntomas preocupantes ante la dependencia de factores externos como los suministros de las farmacéuticas y los retrasos y parones en los planes de inmunización ante las dudas -sin duda, exageradas- sobre algunos inyectables. Mientras, solo cabe perseverar en un camino de tendencia positiva que, más temprano que tarde, dará sus frutos.