LA ciudadanía griega ha decidido dar un giro radical a la política en su país poniendo fin así a la era de Alexis Tsipras, líder de Syriza, tras cuatro años de gobierno izquierdista populista. La rotunda victoria de Kyriakos Mitsotakis, candidato del partido conservador Nueva Democracia (ND), en las elecciones celebradas ayer abre una nueva etapa en Grecia que, sin embargo, no parece despertar el entusiasmo en un país acostumbrado ya a la incapacidad de los políticos para sacarles de toda clase de penurias y de una crisis -en realidad, una sucesión o acumulación de ellas- política, institucional, económica y social que amenaza con convertirse en sistémica. Tsipras alcanzó el poder en 2015 con un discurso de izquierda radical y de rotunda oposición a las denominadas políticas de austericidio impulsadas por la troika (Unión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo) para la salida de la profunda crisis económica en la que se hallaba el país. Sin embargo, y tras convocar un referéndum que rechazó las condiciones de intervención de la economía griega, Tsipras aceptó requisitos aún más duros, traicionando la opinión expresada en la consulta popular. Desde entonces, y pese a la oposición de cada vez mayores capas de la sociedad, Grecia ha ido mejorando sus datos y hace un año pudo salir del duro corsé de la intervención. La frustración, la desilusión, la sensación de haber sido engañados tras haber realizado grandes sacrificios y la persistencia de la crisis con un paro del 18%, sueldos bajísimos y pensiones casi de miseria ha provocado, junto a cuestiones de orden interna como el polémico acuerdo con Macedonia del Norte, que los griegos hayan dado la espalda a Syriza y se hayan decantado de manera abrumadora por un gobierno de centroderecha. Es un efecto, tan previsible como implacable, del populismo y que ya se vislumbró en las elecciones europeas. Un cambio de ciclo que, pese a este triunfo conservador, deja entrever muchas dudas. Las condiciones económicas del país son ciertamente precarias y no será sencillo salir de la crisis sin importantes reformas que no resultarán muy populares más allá de la promesa de Mitsotakis de proceder a una bajada de impuestos. En todo caso, la primera gran tarea del nuevo gobierno deberá ser la mejora de las condiciones de vida de una población muy castigada.