EL Gobierno vasco tiene ya ultimado el nuevo plan para el conjunto del sistema universitario de Euskadi para el próximo cuatrienio. Una ambiciosa hoja de ruta en la que están incluidas las tres universidades de la CAV, tanto la pública UPV/EHU como las privadas Deusto y Mondragon y que movilizará un total de 750 millones de euros. La excelencia en la investigación, el incremento y mejora de la relación entre la universidad y la empresa, la formación y las metodologías docentes innovadoras, la internacionalización y el impulso de la construcción de comunidad universitaria orientada al fomento de la igualdad de género, el euskera y la equidad son los ejes básicos y prioritarios planteados para el sistema universitario hasta 2022. Son varios los factores que, a priori, hacen el atractivo plan y, sobre todo, lo convierten en una oportunidad de mejora no ya para nuestras universidades y su alumnado, sino para el conjunto de la sociedad. Entre ellas, la búsqueda de la calidad educativa en todas sus vertientes, la necesidad de conectar con las exigencias reales de las empresas y del conjunto del mercado laboral en el que deben insertarse los alumnos, la conjunción de sinergias entre lo público y lo privado, reforzando la idea de sistema propio y, en definitiva, el objetivo de reforzar las fortalezas con que se cuenta y de mejorar las debilidades detectadas. No cabe duda de que el sistema universitario de Euskadi ha mejorado de manera considerable en los últimos años. No en vano, la UPV/EHU se situó en la última edición del ranking de Shanghái -una de las mayores referencias internacionales en cuanto a criterios de evaluación- entre las 400 mejores universidades del mundo, mejorando considerablemente su posición desde su entrada en este ranking seis años antes. Una de las claves, en todo caso, del éxito del plan será sin duda la financiación, un plano en el que habrá un esfuerzo compartido entre el Gobierno vasco y las universidades, que deberán recurrir a fondos propios para sufragar su actividad, además de la captación de los a su vez necesarios recursos externos. Se trata, por tanto, de una apuesta necesaria y de largo alcance, que debe calar en el conjunto del sistema universitario y elevar su posicionamiento tanto en formación y empleabilidad como en producción científica.