DOS entrenadores, dos presidentes y da la sensación que hasta dos ligas desde el pasado mes de agosto. Desde luego, desde diciembre no hay duda. El hándicap de los 14 partidos de Eduardo Berizzo obligó al Athletic a tirar de épica en las siguientes jornadas del campeonato. Todo esto con la inestimable ayuda de los compañeros de cartel que fallaron más que las escopetas de feria. Cerramos probablemente una de las peores competiciones de los últimos años. La liga está de capa caída. No es normal que un equipo que está a tres puntos de la salvación pueda incluso pelear por la Champions League a falta de seis jornadas.

Retrocediendo en el tiempo recordamos aquel Athletic endeble que Gaizka Garitano transformó para bien defensivamente pero que no logró dotarlo del fútbol necesario para darle más posibilidades de éxito, sobre todo fuera de casa. Es verdad que se ha llegado con la lengua fuera y que lejos de censurar hay que aplaudir, pero cuando la cosa se pone tan a huevo? Los leones han superado sus miedos y el fantasma del descenso que tan cerca anduvo tuvo que huir ante el coraje y la voluntad rojiblanca. Esto, obviamente, es lo importante y con eso hay que quedarse. La cosa se puso muy fea, demasiado. Ahora bien, visto el desenlace, para la próxima vez quizá no debemos ponernos tan nerviosos.

La pena del asunto es que el equipo llegó con opciones de todo al final y se desaprovechó. Los últimos partidos fuera de casa han sido un dolor. Un solo gol y encima lo metió el rival. Un equipo demasiado cohibido y con la sensación de estar a expensas de lo que hiciese el de enfrente. Ha faltado descaro y propuesta. Entiendo que esto habrá que exigirlo la próxima campaña. De lo ocurrido en el Sánchez Pizjuán no me quedo con nada. Esa misma película la hemos visto muchas veces, y lo que es peor, nunca la hemos disfrutado. El guion siempre nos deja con la misma cara y el mismo cabreo. Confío en que algún año espabilaremos, espabilaran. Las declaraciones de los protagonistas no me convencen, tampoco las institucionales. Está muy bien todo pero la exigencia debe ser mayor.

Ahora toca trabajo del bueno en los despachos y el problema de dónde ir para reforzarse, porque hay que hacerlo. Buen momento, además, para renovarse. De nada vale estar permanentemente exigiendo esto desde la grada cuando luego si se hace algo se cuestiona sí o sí. Hay que ser coherentes, si se pide cambio de cromos hay que dejar trabajar y no censurar cada paso que se dé. Pasos que es obligatorio dar.