Está feo acudir invitado a un restaurante y criticar a gritos la carta. A Donald Trump no le gusta el menú de la ONU, así que se dedica a lanzar los platos contra las paredes del comedor. No porque la comida no sea sana y deliciosa, sino porque no se la compran a él. Salió ayer con un bombo ante la Asamblea General y le dio con ganas.
Pero un bombo no hace una banda. El estribillo de las bandas violentas de delincuencia sonó fuerte en Bilbao en los últimos días a raíz del apuñalamiento mortal de un joven en el barrio de Solokoetxe. La banda tenía hasta nombre y modus operandi, si atendemos a lo difundido. Se le hace a alguno la boca agua con ciertas historias. Así que, cuando la Ertzaintza niega la mayor y descarta toda actividad de la susodicha banda –y de cualquier otra en este caso– quizá debamos preguntarnos quién reparte esa partitura y con qué intención.
En Gasteiz lo que suena es el eco de los insultos a la alcaldesa, Maider Etxebarria, y la concejala Beatriz Artolazabal. Se debate si son o no trabajadores de jardines en huelga los que los profirieron. En algo tienen que trabajar los energúmenos; ser cavernícola a tiempo completo no da para vivir. Es más fácil tocar ese bombo que leer. Aunque en Nafarroa no faltan quienes hacen de las letras vocación. 1.046 candidatos disputarán 21 puestos de bibliotecario en la administración foral. Sí, la cuenta es fácil: 49 de cada 50 seguirán leyendo por hobby, no por profesión.
Al que no se le rompe el parche es al bombo de la inmigración. Es y será un debate castigado por el postureo y no alimentado de soluciones. Con fondo de fanfarria, Podemos impide su descentralización porque dice que supondrá aplicar “políticas abiertamente racistas” por pactar con Junts la gestión delegada. Y Sumar, a la vista de la falta de votos para aprobarla, libera a sus diputados, necesarios pero no suficientes. Y, de paso, le devuelve a Sánchez su desplante en la reducción de jornada. Algo darían en el cine también ayer.
La gota que colma
La menor de las mayores lacras
Pulseras y violencia. Da la sensacion de que los enfoques mayores de los problemas acaban solapados por otros menores pero que rentan más en lo inmediato. Así, las pulseras anti maltrato que no funcionaron correctamente sirven de azote útil al Ministerio. Todo el mundo parecía saber que no iban correctamente pero a nadie le consta que ese funcionamiento erróneo haya causado problemas. Sin embargo, escandalizados por las pulseras convertimos en mera estadística a la docena de mujeres y al menor que se han dejado la vida este pasado verano en el Estado a manos de sus agresores machistas.