LA casa por el tejado. Tras la investidura fallida de Pedro Sánchez se reactivan los debates sobre las posibilidades de aplicar un acuerdo de legislatura siguiendo el modelo portugués. Ese modelo que ha permitido gobernar a los socialistas locales con apoyo -fuera del gobierno- de los partidos más a su izquierda y que por allí llaman “la jerigonza”. Aunque más ininteligible que lo experimentado hace una semana en el Congreso, difícil. Lo que los vecinos pusieron en práctica en 2015 y les ha durado cuatro años ya lo intentó Sánchez hace uno. Salió la moción de censura, igual que allí, pero el presidente sobrevenido no dedicó un minuto a establecer las bases de un sistema de acuerdos parlamentarios estables. Ahora, la situación de desamor entre Sánchez e Iglesias y en el propio seno de la coalición Unidas Podemos, daría para llenar de melancolía varios fados sobre lo que pudo ser y nadie supo o quiso que fuera. El dibujo de un acuerdo de legislatura donde no se supo hacer uno de gobierno es complicado. La tentación de que unas nuevas elecciones enmienden la plana a unos, a otros o a todos la alimenta el CIS reforzando la expectativa del PSOE de acercarse a una mayoría suficiente. No, absoluta, no. En Moncloa parece que lo más parecido al ejemplo portugués que han sido capaces de copiar es la saudade. Ese sentimiento que allí llaman con ese calificativo difícil de traducir porque lo mismo expresa desesperanza, tristeza por la ocasión perdida, que anhelo, necesidad de buscar nuevos objetivos sin saber cómo. Es mala base para construir. Ahora mismo, el ejemplo portugués solo serviría a Sánchez e Iglesias para discutirse si el fado nació en Coimbra o en Lisboa.