Sánchez cede a los nacionalistas, concede a los nacionalistas y se pliega a los nacionalistas. Hay palabras que se las lleva el viento y otras que pesan más que el plomo porque se dicen con el deseo de causar perjuicio. Cuanto más, mejor. En el caso del PNV, ni Sánchez cede ni concede ni se pliega. Cumple con lo que marca tanto el Estatuto de Gernika como la Constitución. Mirando a Catalunya, se podría decir que el presidente socialista corrige su propio error, el iniciado con la aplicación del artículo 155 que nunca debió producirse en el año 2017. Claro que el propio Sánchez se ha encargado durante estos años de embarrar el devenir político actual. Ahora, para convertirse en príncipe no solo ha tenido que besar al sapo, sino tragárselo. Y aquí, de censor del cuento, asistimos a un PP desatado en lo verbal por sus principales dirigentes en lo que constituye un salto cualitativo en su estrategia de deslegitimar al presidente español en funciones. Tanto, que incluso la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha hablado de que el acuerdo del PSOE y Junts es una “dictadura” colada por la puerta de atrás. Una dictadura dice quien ya nació en democracia y vive en la ciudad de la libertad, según sus propias palabras. De dictadura y terror sí sabe, en cambio, su compañero de partido, el nuevo presidente de los populares vascos, Javier de Andrés, que no ha podido iniciar peor el relevo a Carlos Iturgaiz. En una tierra, la nuestra, donde el eco de la violencia en las calles todavía no se ha aplacado oír hablar a quien fuera objetivo del terrorismo de que es “una reacción muy sana” que la sociedad española proteste frente a las sedes del PSOE tras los altercados vividos es un síntoma más de esa lamentable estrategia del PP de hacer de todo tierra quemada. Así que, a pesar de tener sapos, príncipes, conquistas y caballeros que no lo son, al cuento le falta casi de todo lo demás para que tenga un final feliz.