EN el calendario de los meses venideros, se adivina un calentón de los medios que por partida doble agitará las urnas de cristal para buscar un nuevo mapa de representación política. Se anuncia cita doble con el acto más valioso del sistema democrático de elección de concejales y representantes autonómicos, así como presidentes y alcaldes que harán de la elección popular el mecanismo democrático para designar a los políticos del nuevo mapa electoral. La democracia y su ejercicio tiene su liturgia, ceremonial y símbolos que hay que respetar, dominar y cumplir para que los resultados sean signos del poder popular, que se asienta en el hecho de votar, es decir introducir en las urnas las papeletas de votación. y como consecuencia, designar a los elegidos. Pueblos y ciudades se llenarán de animada participación y de propaganda electoral que descubrirá nuevos rostros, renovados estilos y animadas campañas de aspirantes en motrollón, que se ofrecerá para que el escrutinio y veredicto de las urnas proclame los nombres de los llamados a ser representantes en una nueva legislatura. La precampaña, la reducida campaña, el detallado calendario electoral, los días de campaña, la jornada electoral con el consiguiente escrutinio de votos, conforman el ritual de las democracias modernas, allá donde existiesen. Todas las piezas encajan en el devenir de los períodos electorales, y bien engrasadas, ayudan al buen funcionamiento de una forma moderna de hacer política en ciudadana paz y engrasada democracia. La pachanguita política comenzará a sonar en breve, y los ritmos repetidos de cumplir con las obligaciones ciudadanas. La fiesta de la democracia se pone en marcha, es la hora de la participación ciudadana. l