TODOS y todas queremos mucho a Osakidetza.Tanto la abrazamos para demostrarle que estamos con ella que, quizás, la estemos asfixiando. En 2019, Euskadi se permitió el lujo de perder a un buen consejero de Salud. Jon Darpón se vio obligado a dimitir tras la presión política de la que fue objeto por las presuntas irregularidades en una OPE de Osakidetza que todavía están siendo investigadas judicialmente, pero de las que él ha sido completamente exonerado. Aquellos que entonces le señalaron y cuestionaron, especialmente EH Bildu, no encontraron las palabras para enmendar el error y reconocer que, efectivamente, la cacería contra Darpón fue injusta y desproporcionada. Ahora le toca el turno a Gotzone Sagardui, actual consejera de Salud. La crisis abierta en la OSI de Donostialdea debe ser resuelta con prontitud, si bien, a tenor de los acontecimientos, asumo que no será fácil. De partida, la consejera se desayuna la denuncia del malestar de 28 de 48 jefes y jefas de esta OSI a través de la publicación de una carta en un medio de comunicación. Según ellos y ellas la misiva responde a que no había más remedio. Siempre lo hay. Al minuto, reacciones políticas advirtiendo de petición de dimisiones antes de que la consejera explique su punto de vista. Y no falta, como siempre, el tener que aclarar el currículum de una mujer, en este caso el de la nueva directora general de Osakidetza, Rosa Pérez Esquerdo, para que todos y todas tengamos claro que no ha llegado por favoritismos de ninguna clase sino porque se lo ha currado. Otra vez la misma historia, una mujer justificando su valía profesional. La situación de la OSI de Donostialdea es la situación de la OSI de Donostialdea. Y debe resolverse con los parámetros que exige la OSI de Donostialdea. Hacer una mezcla interesada con otras situaciones actuales en el servicio de Salud no provoca más que un alarmismo social interesado, por otra parte, por la cercanía de las elecciones de mayo. Pongamos el acento donde es necesario porque de lo contrario, como recoge el dicho, Osakidetza corre el riesgo de que, “entre todos (y todas) la mataron y ella sola se murió”.