Markel Susaeta es, probablemente, el jugador del Athletic al que habré dedicado más elogios en este nuevo tiempo radiofónico y de escritura en DEIA. Un jugador que acumula partidos en todas las competiciones y que nunca rehuye la lucha y entrega. Podrá estar acertado o no, pero no se le puede reprochar nada a su comportamiento sobre el terreno de juego. Aún recuerdo la ocasión que tuvo en el Pizjuán ante el Sevilla en la Europa League; de haber marcado, seguro que su historia personal hubiese cambiado. Ahora bien, lo del domingo es inconcebible en alguien de su experiencia y saber estar.

El futbolista de Eibar se equivocó tanto en la primera tarjeta como en la segunda y al filo del descanso dejó al equipo con un jugador menos. Un partido que estaba muy de cara por un trabajo excelente de todo el grupo y que tenía al calor como gran protagonista. Cuando Markel abandonó el campo todos temimos lo peor. El Athletic, pese a bordarlo en los primeros treinta minutos, iba a tener que aguantar demasiado tiempo en inferioridad. Lo que pasó luego todos lo conocemos. El equipo se cayó con estrépito y fue incapaz de mirar a los ojos a su rival en una segunda mitad mala de solemnidad.

No tengo ninguna duda de que Susaeta habrá pasado unas malas horas. Ni él mismo creerá que precisamente eso le podía ocurrir. Una mala noche, sobre todo, por ver tan cerca la victoria y la posibilidad de cuajar un partido redondo. Berizzo no quiso hacer sangre, sabe que es uno de sus mejores soldados. El técnico argentino, eso sí, constató en la sala de prensa que es el primero en querer ver el rendimiento de los suyos en 90 minutos. Lo está deseando.

Los apuntes del Athletic en el Villamarín fueron mágicos. Demostración de poderío para ahogar al rival y pegada de máximo nivel. Estamos ante la mejor media hora del equipo rojiblanco en dos años junto con lo que pasó en Vila-real la temporada pasada. Solo una ilusión. Que sea duradero. @monjeondavasca