pASEN, jueguen y disfruten. San Mamés se ha convertido en esto durante la liga 17/18. Los números en La Catedral son tremendos y los aficionados observan cómo en cada encuentro los rivales se hinchan a tener balón ante la pasividad y desubicación de los rojiblancos. El Athletic ha dejado de ser ese equipo fiero, intenso y que imprimía un ritmo endiablado en su campo. Ahora todos, buenos o malos, disfrutan de la pelota más que los locales. El equipo bilbaino ha inventado el Bono Balón. Regala la pelota a los visitantes y estos manejan el partido a su gusto y antojo.
Ante el Levante el asunto se agravó. Ellos se jugaban la vida, está claro, pero el Athletic también tenía deudas pendientes. Después de lo de Villareal llegó el desastre ante el Dépor pero los leones en el Bernabeú regresaron a la senda del buen fútbol, la concentración y el orden. Una vez más, un espejismo; el lunes, vuelta a las andadas. Cero criterio y a expensas de un rival que sobre todo tuvo más hambre y mucho más claro todo.
Todo el mundo pone el foco en el técnico pero yo lo voy a poner en los jugadores. Han demostrado que lo pueden hacer mucho mejor y nos han desesperado. Y todo esto en un margen no superior a cuatro días. El primero que tiene que estar perplejo es Kuko. Yo no entendería el porqué de un cambio tan radical. Urge un guion regular y estar con las orejas tiesas.
Tiene trabajo Urrutia para reordenar un club que ha pasado de encandilar a los aficionados pero que ahora observa cómo el socio abandona al equipo. El lunes hubo 24.857 espectadores, la peor entrada en liga. La ilusión debe florecer y esto pasa por cambios y caras nuevas, sangre fresca en un vestuario demasiado acostumbrado a los mismos. Puede sonar traumático pero es lo que hay y ha quedado evidente.