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Una mala tarde para despedidas

Una mala tarde para despedidas

AHÍ le tienen al bueno de Juan Carlos Valerón, más contento que unas pascuas recibiendo el homenaje de Los del Río, rumberos sevillanos de tronío, dale a tu cuerpo alegría Macarena, eeeh Macarena.... ! tras el partido entre la UD Las Palmas y el Athletic. Estaba la afición canaria engalanada para despedir la temporada en su estadio sin sobresalto alguno, con la permanencia asegurada de antemano, y brindar su último aliento a su ídolo Valerón, talento con la pelota y el sentido del juego, de larga carrera futbolística, pedazo de pan y ejemplar criatura para comprender de qué va esto del fair play. Hubo suficientes razones como para entender que la tarde futbolística no estaba para derroche de agresividad, así que los chicos de Ernesto Valverde se dejaron llevar por el viento calmo que soplaba en las islas y la sensación happy day que sugiere El Flaco y sus circunstancias. Por desgracia, el insulso empate merece una lectura más prosaica: la gasolina se acaba y el motor del Athletic gripa. Tose, pidiendo a gritos una puesta a punto a fondo, o sea, unas vacaciones como Dios manda. Pero resulta que para conseguir semejante cobertura es necesario acabar quintos en la clasificación, evitando así esas dos eliminatorias previas a la fase de grupos de la Europa League que tanto mediatizaron la pretemporada rojiblanca y provocaron los lamentos posteriores: la hipótesis de estar dentro de un año con la misma coyuntura, y la lengua fuera, aunque sólo sea para añadir: que nos quiten lo bailao. Lo cierto que a pesar de todo, jugando al ralentí, el Athletic pudo ganar con suficiencia a su inofensivo rival, pero le faltó cuajo y precisión para convertir en gol sus numerosas llegadas, y para una vez que lo hace, el árbitro mete la pata y anula un tanto legal a Bóveda confundido por su ayudante, que señaló fuera de juego.

Viendo las pintas del partido, me dije: en cuanto sustituyan a Valerón, la hinchada grancanaria coree su nombre con sentida gratitud y el mago de Arguineguín deje el recinto de juego mezclando su eterna sonrisa con una fugaz lagrimilla, ¡ay, amigo! Se acaba la tregua. Lo primero ocurrió hacia el minuto 73, lo segundo... No hubo manera. Perdido en la ineficacia, sin frescura de ideas y sin la contundencia necesaria.

El Celta, en cambio, no falló en Balaídos y derrotó al Málaga con un gol de Nolito, recuperó la quinta plaza perdida una semana antes en San Mamés y afronta la última jornada con punto más que el Athletic y aquí es donde los misterios insondables del fútbol, sus grandezas y miserias, se enredan en un apoteósico aquelarre. Porque ante la posibilidad de un empate en Gran Canaria, el fin de Liga tenía muy buena pinta. No en vano, el Athletic tiene que recibir en La Catedral al Sevilla pocos días antes de que dispute la final europea frente al Liverpool, luego se da por seguro que el sagaz Unai Emery pondría en liza a un equipo de suplentes, Fernando Llorente incluido, y hasta los suplentes están con la cabeza en otro sitio, como demostraron ayer ante el Granada, que así pudo soslayar el descenso a lo grande, con una goleada (1-4) en el mismísimo Ramón Sánchez Pizjuán.

Y no te cuento nada lo que le aguardaba al Celta. Nada menos que despedir la temporada en el Vicente Calderón, con el fiero Atlético de Madrid jugándose la Liga codo a codo con el Barcelona. Pero los muy capullos, después de dar una descomunal lección de supervivencia en el Allianz Arena de Munich, van y pierden con el colista y descendido Levante contra todo pronóstico, con el graderío del Ciutat de Valencia repleto de encendidos cholistas por un lado y de cabreados levantinistas por otro. Así que donde estaba prevista una victoria del Atlético frente al Celta por razones de causa mayor ahora surge la incertidumbre: ¿El Atlético tendrá la vergüenza torera de intentar acabar la Liga con un broche de oro, y así recuperar las buenas sensaciones de cara a la finalísima de la Champions? ¿Acaso el Celta no tiene suficiente premio con volver a la competición europea tras diez años de abstinencia? ¿Habrá que desear mal fario al Sevilla y que pierda las dos finales y así...? Y encima se nos marcha Gurpegui, el recio capitán navarro, que bien se merece un día memorable.