Concluida la final de la Copa América, donde Chile se impuso a Argentina en la tanda de penaltis, y enredado entre el júbilo de los allá presentes se montó un caos protocolario considerable ¿Y la Copa? ¿Dónde está la Copa? Por allá apareció Juan Ángel Napout, presidente de la Conmebol, por fin con el trofeo, y mientras los jugadores de La Roja se apiñaban en torno al amplio podio montado en el estadio Nacional de Santiago con sus hijos, sobrinas, vástagos del vecino y alguna tía segunda que se coló aprovechando la confusión, le vimos... ¡Pero si es él, Ángel María Villar! Posaba con cara de fastidio junto al presidente de la Federación Chilena y el de la Conmebol en representación de su gran amigo y mentor, Sepp Blatter, que como todo el mundo sabe no está para ir de fiestorros por el ancho mundo a costa de las suculentas dietas FIFA. Pero sí Villar, vicepresidente del máximo organismo del fútbol mundial (y de la UEFA, ¡ojo al dato!), y a lo tonto a lo tonto mandamás virtual de la cosa que, a la que puede, pone pies en polvorosa para no dar explicaciones sobre tantos asuntos donde debe darlas, o sea, en Madrid. Villar, que aguantaba estoico con un puñado de medallas destinadas al equipo perdedor, mudó el semblante, el muy picaruelo, en cuanto a su vera pasó Messi. ¿Qué insinúa Villar con esa media sonrisa ungiendo de plata barata al (posiblemente) mejor futbolista de todos los tiempos en pose humillada?

El caso fue que la criatura apenas tocó balón, sintiendo en todo momento el aliento del Pitbull Medel y sus secuaces sobre su cogote. Argentina tampoco es el Barça, donde ha podido desarrollar su enorme talento, y lleva perdidas seis finales desde 1993, dos muy consecutivas, el pasado año ante Alemania en el Mundial de Brasil y ayer frente a Chile, en la Copa América. Mientras no consiga un título grande, mayormente el Campeonato del Mundo, la figura de Messi jamás podrá instalarse en el imaginario celestial de los argentinos junto a Diego Armando Maradona y Carlos Gardel. Pero eso tampoco le impedirá que gane su quinto Balón de Oro por la estupenda temporada que ha cuajado con los azulgrana para frustración de Cristiano Ronaldo.

Lo cierto es que su desempeño en la Copa América también ha rebajado el grado de expectación sobre un hipotético fichaje con el Athletic, sobre todo desde que se supo de forma fehaciente que no es de Arrigorriaga. Un quebradero menos para Ernesto Valverde (ya saben: si el jugador sale muy bueno se le sube la ínfula a la cabeza y le da por querer enrolarse en la Juventus, aunque sea de suplente), quien sin embargo ha podido captar sin excesivas complicaciones a Gorka Elustondo, lo cual ha dejado patidifusos a los hinchas de la Real Sociedad, muchos de los cuales trataron con verdadera inquina al jugador beasaindarra. ¿Un suplente denostado por la afición txuri-urdin (pero no por su directiva, que le quiso renovar) en el Athletic?

Se han quedado allá con la mosca detrás de la oreja y da gusto ver con qué alegría Elustondo abraza la fe rojiblanca, y a coste cero. Elegante, sin musitar ninguna palabra revanchista hacia la Real y asumiendo además con humildad su papel de secundario. Porque para eso se le ha contratado; para tener a un futbolista veterano, bregado y juramentado para retomar su prometedora carrera, aunque caído en desgracia por las lesiones o la aversión en ciertos sectores de Anoeta que ha terminado por desquiciarle.

Hay bastantes voces que reclaman, y tampoco falta razón, que en vez de fichar a fracasados es de ley darle la alternativa a la brillante generación del Bilbao Athletic, pero quienes así piensan deberían reflexionar al respecto, pues durante la pasada temporada, salvo Williams, ninguna de las jóvenes promesas (Bustinza, Saborit, Morán, Unai López, Aketxe o Guillermo) que desfilaron por el primer equipo logró cuajar. El fruto de la cantera necesita tiempo para madurar, pero a la vez al Athletic se le exige ser competitivo. Elustondo puede solventar la baja de Etxeita (otro repudiado y rehabilitado), por ejemplo. Es uno de los nuestros y, en todo caso y hasta que no se demuestre los contrario, bien merece el beneficio de la duda.