LA Comisión Antiviolencia decidió declarar de alto riesgo el Bilbao Athletic-Cádiz, partido para el ascenso a la Liga Adelante, pretextando la posible llegada de al menos un millar de hinchas cadistas a San Mamés. Hay que ver lo preventivos y recelosos que se han puesto estos recios hombres de ley desde que les pillaron con los calzoncillos bajados en aquel funesto Atlético de Madrid-Deportivo, y la absoluta desconsideración que tuvieron hacia la raza humana al permitir la disputa de dicho encuentro con el cadáver de Jimmy aún caliente, reventado por la monumental paliza que le atizaron los del Frente Atlético durante la batalla campal producida horas antes en las inmediaciones del Vicente Calderón; refriega que por sí sola exigía la suspensión del partido. Han pasado casi siete meses, se han producido 101 detenciones y todavía poco o nada se sabe sobre los culpables de tan atroz asesinato.
Desde entonces, el establishment se ha vuelto la mar de susceptible, y donde todo el mundo intuye buen rollo y motivos para la fiesta y el hermanamiento, los del Comité escancian malos presagios.
Todavía estamos a la espera de que resuelvan la prometida sanción contra los 90.000 de la pitada en la final copera del pasado 30 de mayo. Al parecer, con tanto presunto pitador que investigar la cosa va para largo, como es natural, o a lo mejor han caído en la cuenta del espantoso ridículo que están haciendo con el asunto y se hacen los despistados, y en todo caso ahí tienen a Ángel María Villar a mano, en desgracia por su íntima relación con Blatter y otros pecados inconfesables, y responsable como presidente de la Federación de organizar el evento, aun a sabiendas de que la silbatina contra Felipe VI y lo que representa para millones de ciudadanos estaba asegurada.
Pero desde entonces la prensa se ha vuelto muy canalla, y a la mínima que tenemos se hace la prueba del algodón patrio poniendo al deportista de turno en un brete. Le sucedió por ejemplo a Andrés Iniesta. Manchego de Albacete y a mucha honra, sin duda se ha convertido en un personaje histórico por su famoso gol a Holanda en la final mundialista de Sudáfrica’2010, pero también es jugador del Barça, y eso también implica compromiso, o simplemente dijo lo que piensa y punto. Preguntado al respecto, el excelso futbolista zanjó el tema apelando a la libertad de expresión, para disgusto gordo de los nacionalistas españoles, que esperaban una encendida defensa del Borbón y el himno que le acompaña allá por donde va.
El pasado miércoles le pillaron a Pau Gasol, catalán y culé, distinguido junto a su hermano Marc con el Premio Princesa de Asturias de los Deportes, pero el ala-pivot de los Chicago Bulls se lo tenía aprendido. Para empezar le interrogaron sobre las palabras de Marc, quien tuvo la osadía de afirmar días atrás que “tenía que ser analizado el porqué” de la pitada, en concordancia con Xavi Hernández. ¿Y a este tipo le dan el Princesa de Asturias?, bramaron desde el establishment . “Es un tema que, digas lo que digas, te van a caer palos por un lado o por el otro”, respondió Pau Gasol, apelando seguidamente a la tolerancia, la comprensión y el respeto, entre otros sagaces formulismos para salir del aprieto.
A propósito del tema, había que verle a Fernando Amorebieta cantando con fervor inusitado el himno de Venezuela en los instantes previos al partido contra Perú, lo cual, reconozco, me dejó un tanto perplejo: Gloria al bravo pueblo/ que el yugo lanzó/ la Ley respetando/ la virtud y honor... Abajo cadenas/ gritaba el señor/ y el pobre en su choza/ libertad pidió... Son algunos extractos de la susodicha soflama. El ex del Athletic y actual defensa del Middlesbrough, equipo de la segunda inglesa que entrena Aitor Karanka, dejó el partido minutos después por un pisotón a Paolo Guerrero. Entonces recordé sin ninguna nostalgia que dejó a su paso por el equipo rojiblanco el récord de ser el jugador con más expulsiones en toda la historia del Athletic.
Pero si el Gobierno de Rajoy puso el grito en el cielo y reaccionó con una indignación digna de mejor causa, no te digo nada la que se montó en Venezuela por un twit del expresidente mexicano Felipe Calderón: “Que pena, qué juego tan sucio del equipo de Venezuela. Parece que los entrenó Maduro...”. La chorrada de forofo de Calderón se convirtió en asunto de Estado, hasta el punto de que la Asamblea Nacional venezolana aprobó un acuerdo de repudio a Calderón y sus declaraciones, que por mucho que intentó matizarlas no hubo manera. No sé por qué, pero tanta desmesura por una trivialidad semejante me suena bastante. Rajoy y Maduro metidos en el mismo saco del absurdo.