Más de uno se ha llevado las manos a la cabeza cuando esta semana un productor de cine bebido fue detenido acusado de abuso sexual, por tocar y besar sin consentimiento a personas invitadas a una fiesta. Abuso, sí señor. Porque si no es consentido es abuso. Y ya no nos callamos después de mucho tiempo calladas, cuando era normal que te sobasen el culo o el pecho y, chica, qué exagerada eres, cuando llamabas la atención. Ya no pasamos ni una. No deberíamos pasar ni una. Y que se vaya metiendo en la cabeza (y en la entrepierna) del mundo.