EL 28 de julio de 2024, la población venezolana y la diáspora dispersa por el mundo salió a votar por un cambio en este país de Hispanoamérica, un cambio que hasta el momento se resiste a llegar.
Pese a que la oposición liderada por Maria Corina Machado y Edmundo Gonzalez Urrutia asegura haber ganado las elecciones del 28 de julio, enseñando copias de las actas de las mesas electorales, el régimen de Nicolas Maduro insiste en mantenerse en el poder, y lo hace usando todos los medios posibles para seguir controlando los destinos de Venezuela, desoyendo el clamor del pueblo.
La opinión pública española, especialmente aquella que se posiciona del lado del pueblo venezolano y de su democracia, intenta entender cuál es la postura y el porqué de la participación tan asidua en el proceso pre y postelectoral en este país del expresidente José Luis Rodriguez Zapatero. Muchas voces, como la del exdiputado y senador del PNV vascovenezolano Inaki Anasagasti, se preguntan por qué. ¿Por qué está tan inmersa la figura del expresidente español en el régimen de Nicolás Maduro? Tanto como para declarar sin titubear en algunos medios de comunicación que ha ayudado al régimen a quitarse de encima a Edmundo Gonzalez Urrutia, presidente electo de Venezuela, enviándolo al exilio a España, porque era la solución que había. ¿Qué hace un demócrata convencido apoyando un régimen como el chavista? Un régimen que ha obligado al asilo y refugio a cerca de siete millones de venezolanos. La represión, la creciente cantidad de presos políticos, el enriquecimiento de la élite política y el empobrecimiento de la población, el control de la prensa, la falta de división de poderes (ejecutivo, legislativo, judicial), hoy concentrados en una sola persona, dejan claro que hay falta de democracia, que hay una cleptocracia y que, por lo tanto, siendo demócratas, no cabría ningún apoyo posible a alguien que no respeta los juegos democráticos e insiste en mantener a su pueblo secuestrado en la opresión y en la miseria. Lo que hay en Venezuela no representa ninguna idea socialista ni de derechos civiles, políticos o sociales; lo que hay es una dictadura.
¿Qué está pasando con la izquierda democrática española? ¿Por qué miran hacia otro lado cuando se trata de condenar la dictadura de Nicolás Maduro? Si existen unas actas que demuestran que el setenta y tres por ciento de la población venezolana ha elegido a Edmundo Gonzalez Urrutia como su representante, ¿por qué se insiste desde algunos partidos políticos en España en apoyar al régimen de Nicolas Maduro? Aquí no se trata de derechas, centros o izquierdas; se trata de democracia, de libertad, de oír la voz de un pueblo que lleva veinticinco años viendo cómo su país se derrumba y su gente es obligada a migrar.
Respaldar a Nicolás Maduro enviando al exilio a Edmundo Gonzalez Urrutia, presidente electo de Venezuela, no debería ser tarea de España. Toda la logística de su salida, con firmas de documentos de renuncias bajo coerción, amenazas, opresiones... Estos hechos nunca deberían tener el sello ni la participación española. Querer el bien de los pueblos es repudiar a todo el régimen que oprime y mata, no respaldarlos a puertas cerradas y repudiarlos públicamente. A eso se le llama hipocresía. l
Trabajadora social, doctorada en Administración y Política Pública por la UPV/EHU y activista por los Derechos Humanos