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Mesa de Redacción

Arantza Rodríguez

Derecho de leche adquirido

OR las venas de algunos chavales corre leche con colacao. "Mejor eso que kalimotxo", dice la innombrable, que, como buena adolescente, se lo lleva todo a su terreno. El caso es que para satisfacer su demanda hay que comprar dos o tres cajas cada vez que haces un pedido. Y ahora ¿qué? Suponiendo que las encontraras, ¿quién tiene lo que hay que tener para meterlas al carro?, me pregunto mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. Oigan, que en esta casa tenemos un derecho de leche adquirido, las cajeras de testigos y si me pongo a buscar en mi bolso sin fondo, igual hasta tiques de compra del año pasado como prueba. Por temor a que se conviertan en gremlins si no les suministramos su dosis, el padre de las criaturas hace ronda todas las tardes por los supermercados. Ayer compró dos briks de leche de soja sin gluten, enriquecida en calcio, vitaminas A y D y minerales, en un envase 100% reciclado sin aluminio y tapón de material renovable de origen vegetal. No sé cómo sabrá con el colacao, pero como lectura me resultó entretenida. "Las baldas de la leche entera están vacías", me dijo. Yo ya lo sé, pero le sigo pidiendo que busque para poder poner la lavadora por el día, que me tiene frita con el horario valle. Con eso y con que tenemos que vender las acciones antes del corralito del fin del mundo. No tenemos acciones, pero le he dicho que pida cita. Así, entre que va y viene, pongo otra colada.

arodriguez@deia.eus